Si sufres de migrañas, no te voy a descubrir nada que tú no sepas pero estoy segura de que te verás representada en alguna de las situaciones que leerás a continuación porque a todas nos ha pasado.
Hemos aprendido a vivir con ellas aunque quisiéramos que desaparecieran de nuestra vida, pasamos temporadas mejores, peores y temporadas horribles. Podemos decir que tenemos (casi) un máster en diferentes tratamientos y hemos probado todos los remedios que nos han contado. Muchas nos hemos puesto el famoso daith y a mi, personalmente, me funcionó y como os conté aquí hace tiempo, si es por placebo, bendito placebo.
Hoy os vengo a contar alguna de esas situaciones que he vivido, y muchas en repetidas veces, a lo largo de este puñado de años en los que la migraña ha venido para quedarse.
No sin mis pastillas
Puedo olvidarme el móvil en casa o en la oficina y sobreviviré pero como me olvide la medicación entro en drama, porque hay una leyenda no escrita que la migraña siempre hará acto de presencia en ese momento en el que no tengas la medicación a mano. Puedo olvidarme las llaves, dejarme el paraguas en el bar en el que nos hemos tomado la primera, no recordar donde he aparcado el coche pero de un tiempo a esta parte, nunca, nunca, olvido mi tratamiento. Y si lo hago, me doy la vuelta a buscarlo. Este donde esté.
Me encantaría, pero va a ser que no
Me faltan dedos de las manos para contar los planes que he rechazado a lo largo de los años por culpa de nuestra amiga. Incluyan también aquí los planes que habíamos confirmado y de los que nos hemos caído en el último momento por el mismo motivo.
Trayectos cortos convertidos en interminables
Si la crisis migrañas ha explotado fuera de casa, la vuelta hasta ella se te hará eterna. Habrá trayectos cortos que se harán interminables y si tienes que volver conduciendo, será horrible. Seguro. Nunca se tienen tantas ganas de llegar a su zona de confort, o a su cama, como cuando la migraña está presente. Ojalá cerrar los ojos y teletransportarse. Qué coño, ojalá cerrar los ojos y no sufrir migrañas.
Las resacas: susto o muerte
Las resacas son horribles en todas sus vertientes y variantes pero sí sufres migrañas, las resacas son puto horribles, como dirían los jovenzuelos post millenials. Vale que este punto es discrepante porque las resacas si las hay, es porque nos las buscamos pero puestos a confesar, todos hemos dicho alguna (o muchas) vez que no íbamos a volver a beber y lo hemos incumplido. Y quién no, que beba el primer chupito.
El neceser: a rebosar de medicación
En relación, y mucha, con el primer punto, no hay viaje sin neceser a rebosar de medicación mediante. Da igual que estés en una temporada buena de migrañas haciendo actos presenciales pero si hay que hacer las maletas y viajar, tiene que haber hueco para ese neceser y cruzar los dedos para traértelo igual de lleno a casa porque eso significara que has tenido un viaje tranquilo. Maravilla.
Mi cama, mi persiana bajada.
En plena crisis, adoras tu cama y tu persiana bajada tanto como ET repetía aquello de «teléfono, mi casa». No curan pero son, sin duda, el único lugar en el que deseas estar en esos momentos.
Remedios naturales, alimentos y bebidas, trucos…
A lo largo de los años has probado todos los trucos antimigrañas, remedios naturales, alimentos, bebidas y todo aquello que se cruzase en tu camino que alguien te dijera. Muchas de las veces no has ganado nada, pero tampoco lo has perdido. O eso crees.
Y llegados a este punto, lo único que tengo que añadir es que si hay otra vida, yo me pido vivirla sin migrañas. Y cerca del mar.