Mi compañero de piso tiene un problema con las drogas pero no lo sabe. Mejor dicho, no lo reconoce, y eso lo ha llevado a perder al que podría haber sido el amor de su vida.

Hace unos meses me mudé a este piso donde convivo con varias personas, entre ellas, el chico al que he hecho alusión, al que llamaremos Juan. Cuando llegué al piso Juan tenía novio y me encantaba la pareja que hacían. Tanto él como su chico me cayeron muy bien, de hecho, al contrario de lo que suele pasar, me gustaba cuando el novio venía de visita, me parecía una persona interesante y muy adorable. Pero claro, al poco de estar yo allí empecé a darme cuenta de cosas que no me hicieron mucha gracia.

Para empezar vi que ellos se veían principalmente entre semana, porque los fines de semana Juan salía con sus amigos. Esto no tiene nada de malo salvo porque su chico se quejó delante de mí que le daba largas para quedar los findes porque se movían en ambientes diferentes. Y entonces fue ahí cuando empecé a agudizar mis sentidos.

Juan dejaba papel de liar por las mesas y bolsitas de plástico transparente de estas pequeñitas, ya os podéis imaginar. Di por hecho que fumaba porros y, bueno, no me encanta pero mientras no lo hiciera en casa… Pero no eran solo porros.

Otro día, un jueves para ser más exactos, eran sobre las diez de la mañana y me estaba preparando para ir a la piscina cuando escucho que alguien está intentando abrir la puerta. Apareció Juan cieguísimo diciendo cosas sin sentido y, lo peor, es que había mentido para faltar al trabajo. Salir de fiesta entre semana no me asusta porque yo misma lo he hecho bastante, pero llegar a las diez de la mañana drogada y borracha y faltando al trabajo… eso es otro cantar. 

Ya por último, un día, el novio me dijo directamente que Juan se drogaba mucho y que se juntaba con malas compañías, lo que lo tenía muy preocupado. Por no hablar las conversaciones que Juan ha mantenido delante de mí con sus amigos por videollamada hablando de la coca que se meten, que si los echaron de una discoteca porque los pillaron metiéndose popper, que si se iba a una fiesta y sus amigas le habían pillado pastillas… Y lo peor es que lo suelta como si fuera lo más normal del mundo.

La gota que colmó el vaso llegó el finde del cumpleaños del ahora exnovio.

Juan salió a cenar un viernes, lo recuerdo perfectamente porque estábamos solos en casa y me estaba contando que se pensaba recoger temprano porque al día siguiente almorzaba con su novio para celebrarlo. Me levanté por la mañana y no estaba, así que deduje que se le había ido la fiesta de las manos. Y así fue. Acabó de after y a las doce del mediodía fue a buscar a su novio a su casa. Cuando lo vio llegar de esa manera se escandalizó y le pidió explicaciones. Aquel día se enfadaron y no celebraron el cumple juntos. Unos días más tarde quedaron para hablar y, según Juan, lo dejaron de buen rollo porque buscaban cosas distintas. Pero vamos, él mismo me reconoció que el chico le dejó bien claro que no quería a su lado a alguien que se drogara y me parece de lo más normal.

En fin, parece que haya venido nada más que para soltar un cotilleo, pero lo cierto es que me parece interesante dar a conocer este tipo de historias porque no veo normal con qué alegría la gente se droga y habla de ello como si tal cosa. Igual esa pareja habría acabado rompiendo por cualquier otro motivo, pero veo mucha gente que tiene muy normalizado o, mejor dicho, romantizado, el consumo de estas sustancias.

Ele Mandarina.