Me encanta viajar, imagino que como a la inmensa mayoría de la gente, pero todos los años cuando estoy preparando la maleta pienso, ¿Cómo narices hay gente que consigue viajar con una puñetera maleta de mano y que les sobre incluso espacio? 

Fácil, su ropa no ocupa tanto espacio como la de una gorda ni necesitan ciertos complementos…

Empiezas encima de la cama combinando modelitos, camisetas, camisas, faldas, vestidos monísimos… bañador, bikini, toalla, pareo, kaftán playero… Y a continuación vienen las cosas básicas: sujetadores, combinaciones para que no se transparenten las chichas, bragas talla XXL, bragas talla L no sea que ligues y te pille con las bragas sobaqueras… Ante estos posibles casos, que ocurren, las gordas y gordos también ligamos y follamos, yo siempre voy preparada con mi “por si acaso”. En él llevo de todo, desde bragas tamaño normal, pinzas de depilar, desodorante, maquillaje, condones… ¡Una nunca sabe cuándo va a tener que estar monísima o lista para un meneo!) y como no, los mil y un inventos para no rozarte los muslitos de pollo (cremas, mallas, pantalones cortos…) mientras paseas divina de la muerte comiéndote un helado por el paseo marítimo de turno.

Con lo cual, cuando vas a cerrar la maleta, neceser y zapatos incluidos, dices ¿Pesará menos de 21 kg? ¡Qué Dios reparta suerte, yo lo necesito todo! 

Y llegas al aeropuerto, no sin antes haber elegido asientos en los que tu acompañante, de un tamaño de culo normal, te haga la cobertura por si tu enorme pandero ocupa una milésima parte del del pasajero de al lado… Te subes al avión y llega ese temido momento, al menos para mí, ¿Me llegará el maldito cinturón de seguridad y podré abrochármelo? 

Yo no sé a vosotras, a mí este tema antes me quitaba el sueño.

Recuerdo el primer viaje que hice con mi novio y que incluso llamé a información para saber si tenían suplementos para los cintos, la operadora no me entendió y yo viví con esa angustia hasta que llegué, me senté y respiré: sí me abrochaba.

Imagino que todo estará estudiado y que ese tamaño de cinturón tendrá un fundamento, pero oigan ¿No pueden hacerlos unos centímetros más largos? A mi edad, ya me da igual todo, asumes que tu culo ocupa lo que ocupa y que tu diámetro es el que es y que decirle al personal de vuelo “Perdona, ¿Me puedes traer un extensor para el cinturón?” no es ningún trauma y mucho menos un motivo del que avergonzarse.

Y si el de al lado, como me ha pasado, rebuzna por lo grande que eres, recuérdale que en Business por un módico precio, puede viajar con todas las comodidades.

Aunque ahí no acaba todo, una vez superado el vuelo llega el momento de recoger las maletas y esa angustia de ver pasar maletas y maletas y la tuya sin aparecer, hasta que, por fin, a lo lejos, ves que asoma lentamente… ¡Y respiras!

Cogerla es descansar, empezar a disfrutar de las vacaciones, porque por fin tu culo y tú no vais a tener que pasar más estrecheces y además va a ir tapadito.

Releyendo todo, ni yo misma me motivaría a viajar, pero, a pesar de todo, de todas estas situaciones en ocasiones “violentas” os invito a hacerlo, a recorrer mundo, a llegar con los muslos dormidos porque los puñeteros reposabrazos se te clavan y las piernas te chocan con el asiento de delante. 

Aun con todas estas peripecias, seguro que merece la pena.

P_MQ