Estoy a las puertas de cumplir un año más. Drama anual por estas fechas. En mi caso, casualidad, coincide con el otoño y, por consiguiente, con la mayor caída del cabello, la caída de las hojas de los árboles,… Es el fucking momento en el que parece que la gravedad es el ama del Universo. Todo cae o, en su defecto, se transforma. Y no precisamente en la forma que quiero.

Una persona optimista diría: “tenemos que alegrarnos de cumplir un año más, poder cumplirlos es una buena señal”. Yo digo: “¡Mierda!, ¿ya otra vez?”. Resulta increíble cómo pasa de rápido el tiempo para algunas cosas, con lo largo que se hace una hora de depilación a la cera, sobre todo si está más caliente de lo que tu epidermis puede soportar. 

Todos los años para estas fechas más o menos un 75% del personal ya ha cumplido años. Es matemático, una vez de que los cumples, ya tienes licencia para endosarle los mismos años que tú tienes al resto: “Ey, ya tienes 36”. “No perdona, tengo 35, que aún no los he cumplido”. “Bueno bueno, para lo que te queda”. Pues sí, queda, sí. Te fastidiará que sea de mes tardío, pero queda. Porque hace un mes te lo dijeron a ti y te hizo exactamente la misma gracia. Esa,  vamos que ninguna.

 

Hace un tiempo, cuando cumplí los 25, con una resaca de espanto al día siguiente, recuerdo que juré no cumplir ni uno solo más. Decidí cumplirlos al revés. Ir quitándome en vez de sumando. Pero ¡oye, que no! ¡Que parece que eso va en contra de las leyes de la física y la naturaleza!

Así que tengo dos edades, la oficial y la que a mí me da la gana. Ésta última coincide con la mental. Porque todos sabemos que sí, cumplimos años, pero nuestra cabeza y manera de pensar no evoluciona de acuerdo con nuestro cuerpo. ¿Quién piensa ahora igual que hace 15 años? Que levante la mano (si te ha salido de seguidillo “quien se quiera salvar”, síntoma de que ya peinas canas y no trenzas de colores como Lucrecia). 

Las responsabilidades que aumentan y los problemas que van complicándose tampoco van acorde con mi capacidad mental. ¿Cuántas veces daría lo que fuese por hacerme un ovillo en el sofá, poner una buena peli en VHS, esa que había visto del orden de 150 veces, y olvidarme del mundo mientras bebo Tang y como Rufinos? ¿Cuántas veces vendería el alma al diablo por volver a jugar en el parque sin tener más preocupación que la de qué hay para merendar? A base de trompicones he ido asumiendo el rol de “Responsable” o “Adulta”, pero, creedme, ¡qué ganas de venderlo para comprarme la Play y poder jugar de nuevo al Tony Hawk!

Al hilo de hacernos mayores y a través de una publicación de P8ladas en la que se preguntaba por únicamente 3 cosas a elegir entre una lista al llegar a la edad adulta, realicé una encuesta al más puro estilo Instituto Nacional de Estadística pero sin despertar a nadie de su siesta. De esto he sacado algunas conclusiones que me han dejado loca. Las opciones eran las siguientes:

 

  1. Trabajo estable
  2. No tener ningún dolor
  3. Sexo habitual
  4. Ganas de vivir
  5. No estar cansado/a
  6. Nevera con comida no precocinada (con comida vale)
  7. Resacas de menos de 3 días

 

Primero y arrasando el hecho de no tener dolor. Ciertamente, es una de las que yo elegiría. Bastante tenemos ya con el dolor de cumplir años y ver que la vida pasa sin que podamos parar el tiempo. En cierta manera, asustan las enfermedades, los lumbagos y los achaques. La edad no perdona y el cuerpo tiene su propia fecha de caducidad, no como la de los yogures, que esa nos la saltamos a la torera cuando nos viene en gana.

Sin embargo, me sorprende el hecho de que en segunda posición se dé importancia al sexo habitual. ¿A qué estamos jugando? ¿Acaso el que quiere no puede? Vamos a dejar de soñarlo y a empezar a practicarlo. Si tantas ganas hay, ¿por qué lo estamos tratando de imposible y comparándolo en la lista, por ejemplo, con tener un trabajo estable? ¿Cuál es más difícil hoy en día? Estar jodido o joder. Joder o estar jodido, to be or not to be, that’s the question.

Al mismo tiempo, las resacas más de tres días son un habitual entre mi gente, o eso parece. Madre mía, esto me da aliento. Empiezo a pensar que no estoy tan mayor. ¡Gracias peña!

 Y por último se da mucha importancia también a tener la nevera llena. Y es que no hay mayor placer que el comer, bueno sí, que te coman, ¡pero eso ya es de nuevo de la opción 3!

Y aquí estoy, a un mes de cumplir 36 castañas y preguntando a la gente por sus neuras y  preguntándome también cómo he llegado hasta aquí de una sola pieza. Ganas de vivir no me faltan, tampoco me quejo de los cartuchos que he quemado ya. Si tengo en cuenta todo lo que he vivido y disfrutado, quizás en vez de los que tengo, tendría que tener como 10 más. Compensa. Me sale a devolver.

 

Lo cierto es que, llegado el día, me levantaré ilusionada, recibiré las felicitaciones y el cariño de los míos con amor y me sentiré feliz de poder cumplir uno más, que dicen, es buena señal. Eso sí, solo espero que alguien tenga el detallazo, el trabajo estable y el pastizal para regalarme la Play 5 y poder volver a jugar al Tony Hawk, ¿por qué versión irá?

 

MUXAMEXAOYI