3… sonríe, 2… mantente ready, 1… ¡Say patata! 

Te encuentras en tu sofá revisando los Insta stories de tu mejor amiga y en milisegundos tienes la sensación de que la tarta que lanza Steve Aoki al final de cada concierto te cae como una bomba en la cara. ¿Afortunada? 

De repente, tu atención pasa de concentrarse en el grupo de amigxs con los que sales e inevitablemente todos se esfuman y ahí estás tú dándolo todo, en un vídeo, en una foto… y te preguntas: ¿Esa soy yo? ¡No!, ¡Tiene que ser una broma!

El resto de amigxs se van difuminando poco a poco y tú, solo te concentras en tu imagen, tu maquillaje, la tetilla que casi asoma a saludar el exterior, o la raíz que te ha salido en el pelo. 

Y ahora que has entrado en el primer plano de tu película, te ves protagonista y no puedes dejar de criticar tus mil poses. Te duele, lo sé, has consumido gran parte de tu tiempo en practicar todas aquellas poses. 

Has invertido otra parte de tu tiempo en estudiar con detenimiento todos aquellos vídeos de Youtube bajo el título: “Trucos para posar en fotos” o “Cómo salir bien en las fotos”.

Has ensayado aquellas poses, perfiles y perspectivas. Y te preguntas: ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Qué debo cambiar?

Aún considerándote una chica de recursos que sabe que la Cultura Body Positive nos ayuda tener otras visiones de cuerpos en tiempo real y por más que lo intentes te sigue frustrando salir en fotos. Y la pregunta del millón es: ¿Por qué nos ocurre esto?

Fuera de control

Mayoritariamente, nos compete a la mujer tener ese control que nos han inculcado. El aprendizaje es algo que vamos cultivando muchas veces en consecuencia de las grandes corporaciones. Nos enseñaron a tener el control, desde solo disimular un granito con corrector a recubrir nuestra cara al completo de maquillaje. O, por ejemplo, nuestro control con el cuerpo: <<Una mujer descuidada con ese cuerpo>>. Pero el control, a mi parecer, va mucho más allá si hablamos de fotos. 

En primer lugar, tan solo disponer de un móvil ya nos otorga un poder y una responsabilidad individual. Pero el control aumenta cuando somos nosotras quiénes tomamos fotos. 

Cogemos nuestra cámara, nos hacemos un Selfie posando desde nuestra zona de control y confort. Después, probamos con la cámara frontal y nos hacemos una foto en el espejo… ¡Et voilà!… La foto que queremos ante nuestros ojos. ¡Perfecta!

Tranquila, no estás sola. Y, lo más importante: nos ocurre a todas. 

Personalmente, no era consciente de mi control hasta que me di cuenta de que solo podía “salir bien” o realmente dar por “aprobado” el examen si cuando salía en una foto tomada por otra persona mi cara estaba posicionada en el perfil izquierdo. Al final, me di cuenta de que todo es cuestión de perspectiva y de lo poquito acostumbrada que estaba a dejarme llevar por esta dinámica de fotos improvisadas. 

Paparazzis

El problema de nuestra imagen en las fotos y nuestra aparente distorsión es que no estamos acostumbradas a vernos en fotos ajenas que se nos escapan. Es decir, en aquellas fotos que no sacamos nosotras…

Te diría una cosa: ¡Deja que los paparazzis te pillen comiendo pasta! ¡En un atardecer! Como una verdadera famosa en la alfombra roja.

Para perder un poquito de esta crítica exagerada que nos acompaña puede ser muy beneficioso aprender a reírnos de nosotras mismas, jugando, como cuando un peque coge el móvil por primera vez y se saca un Selfie sin importar el resultado.

El resultado debería ser el disfrute, ¡Diviértete! 

Aprovéchate de esa amiga paparazzi… a esa, sí, sí, la que está constantemente documentando vuestras escapadas, vuestras comilonas, vuestras charlas.

Y para qué mentir, ¿a quién no le gusta salir bien en las fotos? ¡A todo quisqui!

Pero si aprendemos a jugar con las fotos, aprenderemos a reírnos o a llorar detrás de la historia que cuenta cada foto y nuestra percepción sobre nosotras mismas se verá un poquito diferente. Más humana… Más real: como nuestras vidas. 

Las fotos son maravillosas, así que, compártela. Y, si es especial, guárdala. Si tu aspecto no te agrada déjala en un baúl y de vez en cuando visítala. Como hacían nuestros abuelos: sus fotos estaban fuera de control, seguramente sacadas por algún que otro paparazzi!

<<Esto es algo que tienen muy interiorizado las actrices y actores, ya que, están acostumbradas a ser fotografiadas, y su trabajo gira entorno a la imagen>>

Los filtros pueden ser maravillosos, pero en el fondo todas sabemos que no somos aquel efecto de “Cutest Freckles” de Instagram. Porque los filtros, son solo eso: filtros. Aunque, la vida sin filtros es otro rollo: 

Es tomarte una caña después de la playa con el moño enfadado

Es tirarte en el sofá un domingo de lluvia y ver una peli (¡Con palomitas!)

Es abrazar a tu hermano pequeño 

Es lo que sea que te haga feliz, -y real-

Tan real como la historia que cuenta la foto que subió ayer tu amiga…

Tan, pero tan real, como todas las fotos que se pueden capturar sobre estas líneas anteriores: desde la caña en un chiringuito de playa, hasta tú enterita “empiyamada” el domingo, o con tu brother en la casa de tu madre.

¿Qué de historias increíbles, no crees? Nadie está preparada para una foto en pijama, lo sé. Pero eres tú, al tún tún, al natural. 

Nota: Cuando recibas una notificación de una foto en la que sales no olvides redirigir tu atención al recuerdo positivo que captura la foto. 

Moño, caña y chiringuito… y que los paparazzis te pillen disfrutando <3

 

Yaiza Escobar