La pregunta del titular va realmente en serio.

Yo, que en otras épocas de mi vida me he caracterizado por catar todos los penes del lugar. Que no salía de fiesta sin acabar en la casa de algún señor. Que disfrutaba hasta de un triste polvo conejero… he pasado a aborrecer los rabos. O a sus dueños. Ya no sé qué vino primero.

Me he cansado de follar personas y me sorprendo a mi misma prefiriendo pasar el sábado noche con pizza, Netflix y mi amigo pingüinín antes que abrir Tinder para echar un polvo con alguien de carne y hueso.

No estoy hecha para las relaciones con compromiso. Eso es algo que ya he asumido y que vivo con total naturalidad. Pero es que ahora resulta que tampoco estoy hecha para los penes con venas. Que prefiero los de plástico.

colección de vibradores
MIS NOVIOS

A ver, os lo digo así como de risas pero esa es mi realidad. No me merecen la pena las complicaciones que traen casi siempre los follamigos, los tíos que follan de pena, los que te tratan regular porque creen que eres una muñeca hinchable, los fantasmones que dicen que te van a empotrar y luego se corren en 1 minuto. Sumado a los que se enganchan a pesar de haberles dicho que no busco una relación, los que se obsesionan y te buscan aunque insistas en que no te interesan y mis favoritos, los que se tomen FATAL que les rechaces y pasan al ataque: ‘vaya creída la gorda de mierda’.

Es que no me renta, de verdad. Porque de cada 10 polvos que he echado en mi vida con tíos diferentes, 9 han sido mediocres. Y os aseguro que mis amigos de plástico a pilas jamás me decepcionan. No tengo que vivir preocupada de que no cumplan mis expectativas y además siempre están limpitos y aseados, no como alguno que me he topado.

Sé que a algunas os sonaré fría o incluso frívola, pero necesitaba compartir con el mundo esta sensación que no sé si será temporal o perpetua. Y ojalá saber que no estoy sola. Que las fanáticas de los pitos a pilas existimos.

Anyone?

 

 

Anónimo