Y sí, lo has leído bien. Este año he pasado de la larguísima lista de propósitos que año tras año queda claro que no voy a cumplir.

Paso de proponerme perder peso, dejar de fumar, apuntarme al gimnasio, hacer la cama antes de ir a trabajar o vestir con más colores. Incluso paso de intentar mejorar mi alimentación o dejar de morderme las uñas de una vez por todas. Este año mi lista solo tiene una línea. Un único propósito que estoy más que decidida de intentar cumplir con todo mi empeño y esa es, única y exclusivamente, tirarme un simple pedo.

Y si, obviamente, si lo estás pensando o te lo estás preguntando, la respuesta es sí. Obviamente, me he tirado muchos pedos en mi vida. A diario y no creo que necesites que te los describa, pero mi propósito va más allá. Mi pedo no va a ser un pedo normal, sino que si tengo suerte será un pedo en compañía, y es que señoras y señores, a mis 41 años, nunca fui capaz de tirarme un pedo estando con nadie.

Y no es que haya sido una persona solitaria, ¿eh? E incluso igual te sorprendes cuando te diga que experimenté un matrimonio de casi 20 años, pero aquí donde me lees, y aunque parezca una locura, jamás de los jamases, fui capaz de tirarme un pedo delante de mi pareja.

Porque de cagar ya ni hablamos. ¡No! Cagar es para mí, creo, que la cosa más imposible si hay alguien a menos de 10 metros a la redonda.

He cagado en los sitios más inverosímiles. He cagado en cada bar o tienda de mi ciudad. En el trabajo. En el gimnasio o incluso he ido a bares cercanos a los hoteles en los que me he alojado porque he sido incapaz de hacerlo si mi pareja estaba en la misma habitación que yo. Y no es que mi culo sea vergonzoso no. Pienso que ya está a otro nivel y tiene algún tipo de “ano-divergencia” pero jamás he sido capaz de hacerlo, pese a que ello me ha supuesto ponerme realmente mala en más de una ocasión.

Pero ese ya será mi propósito de 2032 porque ahora lo veo imposible. Ahora, empezando por el nivel 1 del juego, mi propósito es un pedo. Un pequeño pedito que me sirva de trampolín para ir ganando las partidas de este juego de mierda que literalmente he comenzado. 

Quién sabe. Quizás el secreto de mi larga lista de relaciones fallidas a las espaldas se encuentre en algo tan simple como sentir tal nivel de confianza que pueda llegar al punto de relajar mi cabeza (y mi culo) y dejar de sentirme como el ser humano más ridículo sobre la faz de la tierra por realizar un acto tan mundano.

Lo mismo en unos meses me veis de nuevo por aquí contando lo feliz que soy en mi relación de parejas dejando salir todos mis gases. O quizás no. Quizás no lo consiga y siga yo aquí con mi pequeño traumita anal, pero que por mí no quede el poner toda la intención y liberar por fin todo de mí, todo, hasta mis pedos.

Inés Rodríguez.