CUANDO LA PASIÓN SE DESCONTROLA… Y NO PARA BIEN

La pasión es algo extraordinario… si se vierte sobre cosas que la necesitan, se alimentan de ella y se aplica en los momentos adecuados. Cuando se le da rienda suelta, puede surgir todo tipo de maravillas que, si se hubieran pensado y planificado en exceso, nunca habrían alcanzado tal grado de perfecta imperfección. Serían simplemente perfectas, pero… más comunes en el fondo. Una historia escrita sin pasión se convierte en un libro de texto y un polvo sin pasión es un mero trámite. 

Sin embargo, la pasión no es aplicable a todos los ámbitos de la vida, o no debería. Se aprende mucho utilizando correctamente los libros de texto y las relaciones entre las personas han de estar cargadas de racionalidad, porque, en caso contrario, no podríamos convivir en sociedad. ¡Seguiríamos matándonos a machetazos! La pasión no siempre es hermosa, despierta los instintos más primarios… de todo tipo. 

¿Alguna vez habéis sentido que una discusión en pareja se os ha ido de las manos?, ¿que os habéis enervado más de la cuenta, quizá sin motivo alguno, y os lo habéis tomado todo tan a pecho que, si os hubiesen pinchado, no habríais sangrado? Tal vez vuestra pareja ha vuelto a hacer mal eso que le habéis explicado tantas veces, o simplemente ese día no os entendéis. Quizás estáis cansadas del trabajo, de aguantar a gente y solo queréis que os dejen en paz. O vuestras manías chocan y no siempre se acomodan. También, obviamente, la otra parte puede ser la que se acalore en demasía al decir algo y suene a reproche. 

¿Qué ocurre cuando la pasión se descontrola… y no para bien?

Cuando un desencuentro termina en discusión, y de discusión pasa a pelea que se nos va de las manos. La excitación —no sexual— aumenta exponencialmente hasta un punto en que no somos capaces de recapacitar y parar. Y es lo que debemos hacer precisamente si queremos a la otra persona: parar, respirar y pensar. Porque, si seguimos adelante de manera descontrolada, podemos acabar lamentando cualquier cosa que salga por nuestra boca. Aquello de «más vale pedir perdón que permiso» solo es aplicable en algunos puntos de nuestra vida, pero pedir perdón en determinadas situaciones no basta, ya que, cuando la herida se abre, cuesta mucho curarla. 

Podemos ser personas excepcionalmente buenas y, sin embargo, tener estos momentos en los que el autocontrol brilla por su ausencia. Hay que trabajar mucho y quererse a una misma para dar lo mejor de nosotras y no lo peor, así como ser capaces de tratar temas delicados en momentos en los que no nos encontramos bien sin terminar como dos gladiadores en la arena. Merecemos respeto en todo momento, y también hemos de aportarlo.

Hay líneas que, por supuesto, jamás se deben rebasar. Pero, sin llegar a esos puntos, a veces nos sentimos devastadas tras una pelea sobre algo que, a menudo, no tiene tanta importancia como le hemos dado en ese momento. Relativicemos. Tomemos tiempo para nosotras mismas. Hagamos cosas que nos gusten y nos den paz para minimizar el estrés del día a día y que ello no repercuta más de la cuenta en nuestras relaciones más personales. No es fácil, pero la pasión… la pasión hay que dejarla para otros lugares y momentos, ya sea para follar en el asiento de detrás del coche, para improvisar comidas ricas más allá de una receta o para enfrentarnos a una hoja o a un lienzo en blanco al que pretendemos dar vida.

De grandes pasiones nacen grandes obras maestras, en el arte y en la vida. Como decía Benigni, uno de los actores más apasionados que existen en una de las escenas más apasionadas que existen: «[Escribid] sobre el mar, el viento, un radiador, un tranvía con retraso. No existe una cosa más poética que otra. La poesía no está fuera, está dentro. […] Elegid, porque la belleza comenzó cuando alguien comenzó a elegir. […] Enamoraos, si no os enamoráis está todo muerto, muerto está todo. Al enamoraros todo despierta a la vida, se mueve todo».

Echadle toda la pasión que tengáis dentro a cada día, pero procurad guardarla cuando toca, que vuestro remanso de paz no se vea dañado por un mal momento de descontrol. Enamoraos de la vida, de las personas, de vosotras mismas, que es ahí donde hay que gastar toda la pasión del mundo.

Helena con H