Quiero comenzar este poema avisando a mis lectoras,

lo que aquí leeréis no ha sido casualidad, ni tampoco una broma.

Mi chochín tiene un nuevo amigo, y aunque no os lo creáis

su forma y su textura ¡es que ni os la imagináis!

 

Comenzando por el principio, yo no soy muy de vibradores

a mi que me den un buen satisfayer en todos los colores.

Pero como por probar una nada pierde me fui de compras con una amiga

ella se compró unas bolas chinas y a mi se me antojaba algo ¡qué fatiga!

 

Y en una sección muy cuqui y diferente me topé con la luz y el color

distintas cajas con juguetitos que me parecieron un amor.

Todos inspirados en verduras, aquello era un verdadero cachondeo

si es que los quería todos, ¿cuál iba a ser mi deseo?

Zanahoria, maíz, pepino… los ‘veggies‘ les llamaban, ¡que me desorino!

Empecé a revisarlos y a cada cual me parecía más adorable, hasta que di con uno divino.

La berenjena, tan violeta, tan suave, tan maravillosa

¿podría ser que yo viera las estrellas con esa cosa tan graciosa?

 

Shut up and take my money‘, le dije a la dependienta

y en cuestión de segundos ya estábamos en la calle con la mente calenturienta.

Le dije a mi amiga que debía irme a casa, que se me había olvidado algo

si eso ya te llamo luego‘, y me fui rápida como un galgo.

 

Al sacarlo de la caja contemplé aquel juguete perfecto,

¡qué suavidad! ¡qué colores! Esto va al cargador directo.

Mientras tanto me leí las instrucciones: sumergible, diversas velocidades…

Pensé en darme un buen baño y sucumbir a tantas posibilidades.

 

Tras esperar un ratillo pensando en mi momento del placer,

volví a por mi berenjena y sin dudar un segundo me dejé hacer.

Agua, sales, unas velas, música de ambiente

y yo allí con mi nuevo amigo deseando empezar, naturalmente.

 

Lo enciendo y siento su vibración lenta, acaricio mi piel mojada,

cierro los ojos y me dejo llevar, estoy ya entusiasmada.

La punta de aquella berenjena se posa sobre mi pepitilla,

doy un pequeño salto del gusto, ¡maldita maravilla!

 

Cambio de velocidad y mi berenjena vibra a otro ritmo,

Barry White suena en el baño, esto debe ser el Olimpo.

Abro una pierna, cruzo sobre la otra, esta berenjena es demasiado

vuelvo a pulsar el botón y mi clítoris casi explota.

Cuando más caliente estaba decido penetrarme con mi juguete,

la vibración ahora es constante y mi cuerpo lo agradece.

Creo que me he corrido cuatro veces o alguna más,

me quedaría a vivir en esta bañera ¿qué malo podría pasar?

 

Muevo con esmero la berenjena en mi interior,

entra y sale, entra y sale, ¡menuda sensación!

Cuando ya no puedo más gimo alto dejándome llevar,

si es que a esta berenjena no la voy yo a poder olvidar.

 

Y es que al fin y al cabo ya lo dicen en el Ministerio de Sanidad,

frutas y verduras, por favor, en cantidad.

Yo desde ya me hago vegana aunque sea de chochete,

que casi prefiero esta berenjena que un salchichón como un cohete.

 

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Si preferís un pepino (no es bromi), ya os hablamos de él aquí.

¡Y se vienen más!

 

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