El otro día me dijeron algo bastante gracioso. Le comentaba a una amiga que llevo una racha en la que  me cuesta verme bien, que hay días en los que evito verme reflejada en cualquier superficie que me enseñe el careto. A lo que ella respondió que cómo no me iba a tener la autoestima alta si escribía  es una web bodypostive.

Quererte, aprender a cuidarte, a valorarte y a tratarte bien no es una meta, no es algo a lo que se llegue y que te convierta mágicamente en un ser de luz, plenamente feliz con tu vida.

Quererte puede ser muy jodido y tiene momentos buenos, picos altos en los que estás satisfecha con lo que ves en el espejo y momentos muy bajos en los que te sientes el último mono del mundo. Y déjame decirte algo, ESTÁ BIEN.

No tienes por qué fingir que te quieres siempre ni nadie puede echarte en cara que no estés a gusto contigo misma el 100% del tiempo. Somos personas con todo lo que eso conlleva. Habrá momentos en los que te sientas más en sintonía con tu cuerpo, con tu forma de ver la vida, con tu forma de actuar, y habrá días en los que no estés cómoda en tu propia piel y es algo que estoy segura que nos pasa prácticamente a todos.

Así que ¿quieres llorar? Pues llora. ¿Quieres quedarte en la cama porque no te apetece salir al mundo exterior? Hazlo. Los puntos bajos también forman parte del proceso y ayudan a sanar. No tienes por qué demostrar nada a nadie ni mucho menos engañarte a ti misma fingiendo estar bien cuando no lo estás.

Así que sí, lo reconozco. Hay días en los que parece que nunca soy suficiente. Días en los que me comparo, me odio, me miro en el espejo insegura buscando mil defectos que a veces sólo están en mi mente. Hay días en los que soy poco. Poco-guapa, poco-trabajadora, poco- delgada, poco-suficiente.  Días en los que compro mil cosas  que no necesito porque durante tres segundos me siento completa.

Hay que aprender a escucharnos, a entender a nuestra mente igual que prestamos atención al cuerpo. No tiene nada de malo parar cuando sientas que no puedes más y el mundo se te hace cuesta arriba, siempre que sea una pausa para coger impulso y seguir en este camino tan bonito – y jodido- que significa quererte y que dura toda la vida.

quererte es un camino de por vida
Dylan Glynn