No fue cosa mía, lo leí en uno de los mejores libros que han pasado por mis manos: Lo que de verdad importa de Jan Goldstein. En la historia la protagonista pasaba por un momento realmente jodido donde no encontraba sentido a su vida y su abuela le puso de deberes empezar un cuaderno donde apuntar cada noche las cosas buenas que le habían pasado ese día.

Me pareció tan buena idea que lo imité y rápidamente noté los resultados:

1. Me volví más agradecida

 

A veces nos enfocamos en las cosas que no tenemos o las que perdemos cuando lo que está a nuestro lado puede ser igual de maravilloso.

2. Fui más observadora

Tenía que encontrar cosas buenas y sin quererlo empecé a verlas por todos lados. Durante cinco años que llevaba usando el transporte público no me había fijado en lo importante que era empezar el día con una ranchera, por ejemplo o alguna canción en directo que te animase dos minutos de trayecto. Y así con todo. Buscaba las «cosas buenas» para apuntarlas por la noche en el cuaderno.

3. Valoré lo que la gente hacía por mí

Llegar a casa y que la cena esté en la mesa nos pasa a muchos de los que aún no hemos volado del nido. En los días geniales no lo notaba tanto pero llegaron otros días en los que me costaba encontrar más cosas buenas que añadir a mi lista y ahí me dí cuenta: el filete muy hecho o que tu madre te pregunte si quieres que te acompañe a ir de compras aún sabiendo que eres insoportable nada más oler los probadores merece estar entre las primeras cosas de la lista.

4. Me convertí en una optimista sin remedio

Creedme, cuando eres consciente de que vas a poder rescatar al menos una cosa de tu día por muy malo que sea este, tu perspectiva cambia y empiezas a ser más positiva. Había tanto bueno en ese cuaderno que con solo echarle un vistazo se me iban las ideas negativas y miraba al futuro con esperanza.

No os engaño, seguía habiendo días malos y los problemas no hicieron un Camela y pegaron la vuelta, estaban ahí pero yo había cambiado mi forma de enfrentarlos y mis expectativas frente a ellos.

5. Aprendí a ser un poquito más feliz

Porque me iba a la cama, miraba la lista y veía que no todos los colores de mi vida eran como los había planeado pero los matices que estaba descubriendo eran estupendos. Y eso era lo que de verdad importaba.