Cuando estaba soltera utilicé el Tinder un par de veces. Creo que duré un mes o así, porque las pocas experiencias que tuve con los chicos que conocí en esa App fueron nefastas, pero especialmente me marcó una de ellas. Yo tenía subidas unas cuantas fotos, vamos, lo normal. En una de estas hice match con uno, nos caímos bien, hablamos algunas veces pero no llegamos a quedar. A los pocos días de empezar a hablar con él, me lo encontré en una fiesta. Escuché que alguien decía mi nombre, me dijo que era él, que me reconoció por las fotos, nos saludamos cordialmente y cada uno siguió a lo suyo. Al día siguiente me escribió diciéndome que no esperaba que estuviese tan gorda y que no era como en las fotos, cosa muy curiosa cuando fue él el que me reconoció al instante… pero bueno. Y a mí, tonta del culo que soy, lo que más me perseguía era la sensación de culpa porque ‘no le advertí de lo gorda que estaba’.

¿No les ha pasado que, constantemente, sienten la necesidad de advertir/avisar a la gente nueva que conocéis de que ‘estamos gordas’? Que da igual que seamos preciosas, divertidas, inteligentes y millones de adjetivos geniales más, porque siempre sentimos que el hecho de estar gordas desvirtúa todo eso. Que la gente deja de vernos como mujeres válidas y con muchísimas virtudes y sólo ve que estamos gordas. A mí me pasa mucho. Porque sí, procuro trabajar cada día a tope en eso de mi amor propìo, y el 90% del tiempo soy una mujer muy segura de sí misma en ese sentido, pero luego siempre me atraviesa ese pensamiento cada vez que me enfrento a una situación que implica conocer gente nueva y todo ese amor propio se va a la mierda.

Khloe Kardashian

 

En el caso de ligar, como contaba al principio, es increíble como puedes tener conversaciones de puta madre durante horas y sentir que has conectado con alguien de forma genial y que de repente todo se vaya al cuerno cuando te ve en carne y hueso, sólo porque estás gorda. Que no es nuestra culpa, eso que nos quede claro. Que cada uno tiene sus gustos y si no le gustan a este las gordas, pues oye, tan ricamente, pero jode ver cómo un simple rasgo físico puede tirar por tierra todo lo conseguido anteriormente, por muy genial que fuera. En esto del sexo y las primeras impresiones, prima la superficialidad, ya lo sabemos, pero entonces, ¿debemos avisar de que estamos gordas?

Y ya no sólo hablamos de esto del ‘preaviso’ en términos de ligoteo, sino que aplica a casi cualquier otra situación. Por ejemplo, en el caso de conocer a los suegros. Una de las situaciones más estresantes que podemos vivir, ya que conocer a la familia de tu pareja es algo que pone de los nervios a cualquiera, puesto que sabemos que su opinión es importante para él/ella y no queremos defraudar. ¿Cuántas de nosotras le hemos dicho a nuestros novios que pongan sobre aviso a sus papis de que su nueva nuera es un mujerón de buen año? Como si diese igual las 3 carreras, que tienes un trabajo maravilloso y, sobre todo, que has tenido la capacidad de hacer sonreír a su niño como nunca antes nadie lo había hecho, porque tú crees que lo único que importa es que estás gorda, y ya eso desvirtúa todo lo demás. Tienes miedo de escuchar ese comentario de ‘qué mona es la novia de mi hijo/a, la pena es que está así gordita’, o ‘mi nuera es muy buena y muy simpática, si tan solo perdiera unos kilitos…’ Comentarios que, por desgracia, no te cogen de nuevas.

Emma Stone

Esto también me ha pasado, personalmente, a nivel laboral. Yo hace pocos meses que estoy en mi trabajo actual, y la primera vez que vino a visitarnos la jefa yo sólo pensaba en si haría algún comentario sobre mi gordura o si me creería menos válida para el puesto por eso. Da igual que vayan genial las ventas y que esté haciendo todo súper bien; a mí sólo me aterraba que ella pensase que no encajaba para el puesto porque estoy demasiado gorda. En este caso, y por suerte, nada más lejos de la realidad, ya que resultó ser un encanto y resulté encantarle yo, pero realmente pasé ese miedo. Y no es porque yo sea una paranoica, estos miedos no son irracionales. Estos miedos están basados en experiencias pasadas, en antecedentes, y si los tenemos es porque no es la primera ni la segunda vez que nos rechazan, simplemente, por gordas.

Lo cierto es que esta necesidad de ‘avisar’ y ‘advertir’ a todo el mundo nuevo sobre nuestro físico, viene porque todo esto ya lo hemos vivido antes, y sabemos lo que hay. Ya nos han rechazado por nuestro peso muchísimas veces en la vida, venimos aprendidas, y sabemos que la gente sigue sin estar preparada para aceptar que hay muchos tipos de cuerpos y de belleza pero, sobre todo, que todo eso da absolutamente igual porque lo realmente importante son otro tipo de virtudes que no se ven desde fuera. Aunque yo creo que esto está cambiando poco a poco, y por eso seguimos luchando desde aquí y desde nuestro propio entorno para dar visibilidad al tabú del estar gorda, así que lo mejor es no perder la esperanza y, sobre todo, intentar que estas cosas no nos afecten tanto. Sigue doliendo ser rechazadas y sentir que tenemos que avisar, claro que sí, pero cada vez duele un poquito menos. 

Dos chicas sin blanca