En muchas ocasiones se ha hablado de la lactancia materna, de sus beneficios, de por qué se recomienda como principal alimento de un bebé desde su nacimiento. También hemos hablado de biberones, de por qué no sentirnos culpables por optar por este tipo de nutrición.

Realmente elegir una u otra alternativa no nos va a hacer mejores ni peores, es una elección más de las muchísimas que tomamos a lo largo de nuestras vidas. ¿Dónde se localiza entonces el problema?

Al igual que algunas mujeres se sienten juzgadas y criticadas por la sociedad al sacar un biberón del bolso para dar de comer a su hijo, no son pocas las madres lactantes que denuncian cada día las miradas y/o comentarios fuera de lugar que reciben en ciertas ocasiones cuando dan teta a sus retoños.

La sexualización del cuerpo de la mujer está, por desgracia, a la orden del día. Lo que significa que unos pechos son para muchos la pieza clave del erotismo femenino, y los pezones el sumum en toda esta historia. La realidad biológica queda en un segundo plano y no son pocos los que ven en la lactancia materna una intromisión de los niños en el cuerpo femenino.

En la ciudad de Nueva York reside Reka Nyari, una fotógrafa húngara que, harta de juicios y reprobaciones diarias al amamantar a su hija Ilo, decidió mostrar al mundo la belleza de la lactancia materna a través de la fotografía.

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Las imágenes dejan sin palabras y demuestran, una vez más, que la apreciación natural de la realidad es la correcta. Se pueden tomar instantáneas de unos pechos desnudos sin necesidad de ver en ellos connotaciones sexuales. Una criatura puede alimentarse en público, a través de un pezón con toda la espontaneidad que ella misma necesite.

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Cuando además hablamos de lo que se suele denominar lactancia prolongada, el asunto toma unos matices muy complicados para las madres lactantes. La propia Reka comenta que al dar de mamar a Ilo, de casi tres años, los prejuicios se acrecientan. Incluso su familia le ha pedido en más de una ocasión que deje de ofrecer la teta a la pequeña, por la incomodidad que les supone a ellos la escena. Aun así, Nyari no cesa en su empeño por permitir a su hija que sea ella la que decida qué comer, y ha asegurado que descubrió tantos beneficios en la lactancia tardía que continuó, dejando a un lado todo lo demás.

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Defendemos siempre a ultranza que no se nos juzgue tomemos la decisión que tomemos, pero en ocasiones da la impresión de que una opción deba ser la correcta y la otra el error. Permitámonos de una vez ser libres en nuestra vida, en nuestras crianzas, y sobre todo, con nuestros cuerpos. Dejemos de darle la razón a los que ven en la biología de la mujer un mero objeto. Damos vida, alimentamos, somos mucho más.