Bragas de abuela, braga-faja, bragas altas… Ponles el nombre que quieras pero que han sido el mejor invento de la humanidad (solo superado por el guacamole) es indiscutible. Ha habido épocas oscuras donde han intentado ser destronadas por el maléfico tanga pero la razón y la nobleza siempre prevalecen y en la historia de la lencería no iba a ser menos.
Las tres C de las bragas de abuela
Para que veáis que no me invento nada, hay una teoría (patentada por mí) que explica porqué llevar unas bragas es mil veces mejor que ponerte tanga, culotte o cualquier otra variante que nos hayan querido vender como sexy.
- Comodidad. Hay dos tipos de personas en el mundo: las que dicen que llevar un tanga es como «no llevar nada puesto» de lo cómodo que es y las que, como yo, no podemos olvidarnos ni un segundo de que llevamos un hilito entre nalga y nalga y que si por algún casual lleva encaje eso va a picar más al andar que la varicela.
- Culazo. Tengas el culo que tengas, muy curvo, muy plano, muy grande… Unas bragas de abuela elásticas son capaces de levantarte el culo que cualquiera diría que llevas bailando kizomba toda tu vida. Además que si son altitas estilizan bastante y te lo dejan todo bien recogidito.
- Cuquis. Cuando hablamos de bragas de abuela ya no pensamos en las típicas color carne sino que las hay monísimas con dibujitos, encajes… Y me diréis ¿no hay tangas de crochet divinos? Pues sí, pero ¿En un tanga te caben Harry Potter, 10 snitchs, 8 varitas y 20 rayos dorados con purpurina? ¿O la manada entera de My Little pony? ¿O la Estrella de la Muerte con los X-Wings alrededor? Pues no y eso es lo que hace cuqui la lencería, que con que se me asome el filo de las bragas por la cintura de los vaqueros ya sepas si veo Netflix o HBO.
Y es que si hasta Elsa Pataky promociona las bragas por encima del ombligo, ya no hay excusa para dejarlas en un rincón del cajón. Además que mi abuela me lo ha dicho toda la vida y como buena nieta sigo sus enseñanzas al dictado: hagas lo que hagas ponte bragas (y si son altas, mejor).
