Todas mis primeras veces, sin excepción, las recuerdo roja como un tomate muerta de la vergüenza pero partiéndome de risa pensando “seré burra…” Y es que como dice el refrán “nadie nace aprendido”, todos tenemos miedos en las mismas situaciones.

 

EMANCIPARSE. Una de las primeras veces más gustosas. La ilusión de vivir sola. TÚ SOLA, por fin. Al principio todo es genial… peeeeero cuando ves que las pelusas te saludan por tu nombre, que la ropa de la cesta de planchar se amontona y que no puedes seguir alimentándote de comida precocinada/enlatada, ¡ay amiga!  Y las “primeras dudas» aparecen.  Dudas que parecen absurdas pero que jamás te habías planteado como por ejemplo: ¿por qué me pega la ropa a la plancha? ¿Cuánta cantidad de detergente lleva la lavadora? ¿Cuánto tiempo  se necesita para cocer un huevo? O ¿cuánto tiempo me aguantan unas albóndigas hechas en la nevera? GOOGLE, gracias. Y diréis: coño, llama a casa y pregunta. NO. Ante todo dignidad (y darle un poquito a tu padre en la cara cuando dijo “esta vuelve a los dos días”)

HACER LA COMPRA. Con esto me refiero a comprar en CARNICERÍAS y PESCADERÍAS. Una vez has superado el paso anterior un día te pones “exótica” y decides preparar un guiso o hacer un pescadito. ¿Qué carne? ¿Cómo le explico a la carnicera? ¿El pescado me lo limpian? ¿Cómo se limpia esto? ¿El pescado lleva sal o ya le llega porque vive en el mar? ¿Qué es la babilla de ternera? La clave es: pregunta. Aunque te sientas imbécil, pregunta. Y es más, dile incluso lo que pretendes hacer, porque generalmente la gente de carnicería y pescadería son AMOR y se compadecen de los primerizos e incluso te dan truquis. Y no, no te van a dar gato por liebre en la pescadería por preguntar qué pescado es ese que señalas con el dedo.

PASAR LA ITV.  Realmente cada vez que voy a la ITV son «primeras veces», como cuando te para la Guardia Civil que aunque sepas que no has hecho nada ni llevas nada, te pones nerviosa….En mi casa hasta la fecha, las ITV las pasaba mi padre o alguien del taller pero como consecuencia de la vida adulta, eso se acabó. Así que allí me planté sin tener ni puñetera idea. Cuando me mandaron meter allí el coche pensé lo mismo que todos pensamos la primera vez:

“AY Y SI CALCULO MAL Y METO EL COCHE EN EL FOSO Y SE CAE Y MATO A ALGUIEN”

Bueno, igual no lo pensamos todos, pero las dramaqueen como yo seguro que sí.  No sé si eso es posible… pero yo aún no conozco a nadie (sobrio) que lo haya hecho. Así que calma.

Y luego viene el momento “meneíto”, “pisa el freno” e intentar oír al muchacho que está en el foso desde un interfono del año del pleistoceno, con un barullo de fondo criminal. Que eso ya debería de dar puntos extra en la ITV. ¿Sabéis que hice? Decir la verdad, que me estaba poniendo muy nerviosa y que era la primera vez. Le debí de dar pena al chiquillo que se sentó en el asiento del conductor y me pasó todo ese suplicio, haciendo él las pruebas. Ah, y pasé la ITV con una campeona, más feliz por mí que por el coche.

 

IR A TRABAJAR. Nadie se imagina su primer día de trabajo como algo chachipiruli. No. Piensas que te van a comer con patatas. Que te pedirán cosas imposibles y qué co* vas a hacer si no tienes ni idea (y ahora empieza el bucle):

“Yo que leches hago aquí. Tenía que haberme preparado más. Me van a echar por mongui. No tengo ni idea. Al menos disimula, que no te noten perdida. Tu asiente”

Tener miedo a lo desconocido es normal, es lo que nos salva de ser unos descerebrados. Es un mecanismo natural del cuerpo ante algo que nunca había experimentado. Así que respira hondo, fuera pensamiento negativo y “pa´lante” (y si eso no te consuela piensa que tu primer día podría ser mucho peor si fueras la reina de Inglaterra y todos tus movimientos estuvieran ultra controlados ¿no?)

BEBÉS. No hablo de tenerlos, que por ese paso aún no he pasado ni sé si pasaré. Me refiero a todo lo relacionado con este UNIVERSO. Porque el mundo bebé es una galaxia paralela llena de agujeros negros infinitos sobre tipos de tetinas, artilugios para sacar mocos y clases de cremas para el culo. Huid si podéis.

El mayor miedo de todo adulto es “QUE NO ME LLORE”. Porque hay padres que se empeñan en ponerte a su hijo en brazos. Joder, si no me gustan los bebés, ni yo a ellos ¿Por qué nos hacéis esto? (Al bebé y a mí, me refiero). Y te dicen “agarrale bien la cabecita que no la tiene aún bien formada”. Genial, a que lo desnuco y lo mato.

Y otra primera vez, también horrible, es cambiarle el culo a un bebé. Ahí es cuando todos descubrimos la magia del cuerpo humano. ¿Cómo algo tan pequeño puede cagar así? (Y OLER ASÍ, QUE ESTÁN PODRIDOS POR DENTRO COPÓN). Y te asaltan los miedos de si le habrás limpiado bien el culo, si el pañal tiene derecho y revés (benditos dibujitos indicativos) o si le has apretado demás y le vas a cercenar.

Has de tener en cuenta que el único que marca los límites de hasta dónde puedes llegar, eres tú. Así que nunca dejes que tus miedos nunca sean más grandes que tu perseverancia. QUERER ES PODER.