Hace unos días la directora y actriz Lena Dunham exponía en su Instagram una gran realidad que no muchos se atreven a mostrar en la actualidad. En la fotografía, dos imágenes en diferentes momentos, dos Lenas con físicos dispares y un post directo y esclarecedor.

«En la izquierda: 62 kilos, piropeada todo el día y en la portada de una revista sobre dietas que funcionan. También, enferma en cuerpo y mente y subsistiendo a base de azúcar, cafeína y pastillas. En la derecha: 73 kilos, feliz y libre, piropeada sólo por la gente que importa y por los motivos que importan, subsistiendo a base de snacks divertidos/sanos, fuerte por levantar perros y espíritus. Incluso esta genuina guerrera de la positividad corporal mira a la foto de la izquierda con nostalgia, hasta que recuerda el dolor imposible que la llevó hasta ahí».

Y es que a pesar de estar viviendo en una época de constantes avances hacia la diversidad física, el resultado final siempre es regresar a los estereotipos. El canon de belleza continúa centrado en que las mujeres seamos delgadas y con curvas en según qué zonas, y ellos musculados y fuertes. Se nos vende todavía el adelgazar para sentirnos mejor con nosotras mismas, cuando en muchas ocasiones es la propia sociedad la que nos obliga a ello.

Lena ha abierto un debate en el que muchas tendríamos tanto que decir… Fui delgada, vestía ropa de cualquier tienda de Amancio, no tenía problemas en absoluto para subirme unos vaqueros ajustados, y tanto mi familia como mis amigos se sentían orgullosos de lo bonita que me veía en aquella época. ¿Qué sucede? ¿Qué con treinta kilos más dejo de ser bonita a vuestros ojos?.

La realidad, además, era bien diferente. La ansiedad y la tristeza eran tan fuertes en mi interior que, a pesar de comer todo lo que quería, mi cuerpo en constante estrés se desgastaba mucho más rápido. También daba largos paseos acompañada de mi perra para pensar e intentar relajarme. Una dieta de lo más efectiva, por supuesto, pero donde en verdad lo que estaba sufriendo era un deterioro continuo.

Aun así seguimos ligando lo saludable al cuerpo delgado mientras que asimilamos que una persona con sobrepreso es más propensa a sufrir depresión o ansiedad. Olvidamos aquello que versaba “mens sana in corpore sano” aunque gracias a post como el de la reconocida actriz podemos ver un poco la luz sobre lo que es o no conveniente.

Entonces encontramos el camino

Muchas hemos sido esa Lena de portada, risueña para los demás pero con un interior negro y triste. Se nos ha valorado por nuestra apariencia y han surgido amigos y admiradores donde antes no los había. Toda esa gente que, una vez logras recuperar la sonrisa y también los kilos, ha volado y se ha vuelto a esconder en su guarida. Y hemos aprendido, pero sobre todo ahora apreciamos mucho más a todos aquellos que se han quedado con nosotras.

¿Por qué he de ser feliz al restar peso a mi cuerpo? ¿es que acaso perder barriga me va a ayudar a olvidar mis problemas?. Quizás sea este un buen momento para destacar, una vez más, que lo importante va por dentro y que debemos ser los únicos que decidimos cómo nos sentimos mejor. Demostrar que nuestra sonrisa sigue siendo la misma pesemos lo que pesemos, y que vale mucho más si es sincera y no una mera ilusión de lo que los demás buscan en nosotros.