Los olores que desprende mi coño han llegado a fascinarme tanto como a disgustarme. Por todos es sabido que el olor de las zonas genitales depende de muchas cosas (y no todas ellas tienen que ver directamente con tu salud sexual o tus hábitos de higiene), pero yo a veces me llevo unas sorpresas que no sé ni cómo reaccionar.

El olor de mi chichi suele ser más o menos el mismo, y ya estoy acostumbrada a él porque son muchos años los que hemos pasado juntos. No digo ni que sea mejor, ni peor, tampoco puedo comparar: es el olor de mi chichi. A mí no me resulta desagradable, en general. Como tampoco he olido otros chichis pues no sabría decir si el mío es maravilloso, normal, o asqueroso. Aunque muy subjetivamente he de decir que a mí asqueroso no me parece.

Como cuando me ducho no utilizo ningún tipo de gel específico ni nunca le he dedicado a esa zona más tiempo que a otra parte olorosa de mi cuerpo, me gusta pensar que el olor de mi chichi es natural. Y como es natural, tiene sus cambios. Al parecer, dependiendo en la etapa de tu ciclo menstrual en la que te encuentres, tu flujo vaginal será completamente diferente, y como es ese flujo el que le da aroma a tu entrepierna (porque ya os digo que estamos partiendo de la base de que una se limpia y no está infectada de cosas), dependiendo de cómo se encuentre él, así te olerá aquello.

Según nos acercamos al dichoso día en el que nos viene la regla y nos queremos cagar en los castigos divinos que nos impone Nuestro Señor Dios Todopoderoso, la cosa va cambiando allí abajo y el olor se puede volver más fuerte. Luego durante la regla aquello es un oler a perra en celo horrible que impregna todo lo que esté a nuestro alrededor y pasados esos días en los que nos gusta ser mujer ya vuelve todo a la normalidad. El ciclo de la vida, Simba.

ciclo sin fin

Pero mi pepitilla a veces tiene unos días que no encajan en lo que yo domino normalidad. Últimamente mi vida se reduce a estar sentada leyendo, estudiando o escribiendo, y eso hace que busque distracciones en las cosas más cotidianas de la vida, como pensar a ver a qué me huele el chichi. Cuando me huele el chichi a canela, pues genial, todo es alegría y felicidad. Pero, cuando de repente, sin ningún motivo aparente, aquello huele a cosas horribles que parece que llevo un bote de amoniaco en las bragas metido, yo me siento muy infeliz e incomprendida.

no entiendo apm

¿Será la alimentación? Que dicen de los hombres que cuando comen espárragos luego el semen sabe fatal, a lo mejor a las mujeres nos pasa igual, que si comemos un día… yo qué sé, morcilla, que no se me ocurre nada que huela peor, pues luego nos huele el coño a gente muerta. Con la de fruta que me meto yo ahora para el cuerpo me tenían que oler las bragas a melocotones recién cogidos, pero mira, la vida es así, que cuando menos te lo esperas te manda un olor de chichi muy intensito.

Es que os puede parecer una bobada, pero yo, que ahora que me paso tantas horas sentada me da por pensar en cosas absolutamente irrelevantes, a veces me pregunto que qué pasaría si un día me surge un polvete de esos de aquí te pillo aquí te mato (un rollo de biblioteca, que está muy de moda en estas fechas) y justo ese día mi coño ha decidido oler a alcantarillas de Nueva York. ¿Con qué cara me bajo yo las bragas?

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Que te huele un día el coño a mofetilla y ya quedas marcada para toda la vida, cuando tú sabes perfectamente que tu chichi tiene un aroma embriagador pero hay días que él se siente smelly cat y hagas lo que hagas no lo vas a sacar de ahí. Que aunque quieras no puedes evitar olerlo y ya te huele absolutamente todo a coño y no puedes dejar de preguntarte, tampoco, si la gente a tu alrededor también lo olerá, pero claro, cómo vas a preguntarles a ellos si también les llega el olor de tu chichi rebelde. ¡Qué fatalidad!