Hay que tenerla. En todos los grupos. Es de vital importancia. La necesitamos. Porque te dice la verdad a la cara. Toda la verdad y nada más que la verdad.

Primer escenario: los probadores

– ¡Qué! ¿Te gusta?

Ella te mira con cara de haber visto a Chewbacca vestido de lagarterana.

– ¡Qué cosa más horrorosa!

Tú la odias un poco, pero sabes que tu amiga borde nunca te engañaría y al final se lo agradeces, porque te acabas de ahorrar 39,90 euros y hacer el ridículo el viernes por la noche.

Segundo escenario: presentarle a tu novio.

Sabes que tu amiga borde será capaz de disimular ante ti, pero la conoces como si la hubieses parido y en cuando tu chico se pire al baño y preguntes el famoso “bueno, ¿qué os parece?”, ella te va a decir la verdad verdadera, sea la que sea. Te dirá si es friki, si es un sabelotodo, un soso o simplemente, un gilipollas. Y tú te acojonas porque tu amiga la borde tiene dos virtudes paralelas: ser una estúpida pero también tener siempre la razón.

Tercer escenario: rupturas.

Siempre te lo dije: que era un putero. Tu amiga borde es demasiado drástica sí. Pero tiene la habilidad de mandar a paseo en apenas diez minutos todas pamplinas a las que te aferrabas en tu relación muerta y cornuda. Es capaz de dirigir toda la rabia planetaria hacia tu ex, te quita las tonterías a guantazos con frases del tipo: le olía la boca tía, y sobre todo, es la única que se ofrece para bajar de madrugada a la gasolinera a comprar helado y guarrerías para zamparnos con la botella de Jägermeister. Con ella lloras mucho, sí, pero te ahorras mucha pasta en psicólogos.

 

Cuarto escenario: regalos conjuntos.

Tu amiga odia los fondos comunes. Si paga una ronda, la paga y punto. Y ya pagará otra luego, coño, que parece que tenemos 15 años. Porque tu amiga borde no soporta las moviditas en grupo, en plan ¿cuánto ponemos para el regalo de Lucía? O en plan ¿cuánto vas a dar tú para la boda de Paloma? O en plan, ponemos 20 euros y vamos pagando de ahí (cuando siempre hay alguna que no tiene suelto y otra que come por cinco). Así que tu amiga borde pasa de rollos comunitarios, tanto que ni comparte taxi de vuelta. Ella suelta bombas de humo y se va. Y tú, en el fondo, la admiras, envidias su seguridad y sus cojones. La quieres y todo hasta cuando te deja sola en una discoteca de repente.

(Esto da pie al ) Quinto escenario: la discoteca.

Tú amiga borde es vuestra escolta particular. Cuando se acerca un pirado, ella lo echa de allí con una habilidosa frase: “anda, vete de aquí coño ya de una puta vez”. Cuando se acerca un friki y le pregunta si puede presentarle a sus amigos, sencillo, ella dice: “Pues no”. Cuando el borracho que empuja se pasa tres pueblos, ella lo agarra directamente del cuello, lo aplasta contra la columna y le perdona la vida haciéndose silencio en la discoteca. Y por cierto, echan al tipo, no a nosotras.

Es maja, tu amiga borde. Porque cuida de ti. Porque te quiere mucho. Porque te dice esa verdad que nadie es capaz de decirte, la verdad cuando es puta, cuando es jodía, cuando duele y no gusta, porque tu amiga borde lo es para prepararte ante los golpes de otros y porque tu amiga borde no permitirá que nadie te arrincone.

 

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