Como persona con obesidad existen varias razones por las que uno decide formar parte de esta nueva corriente Body Positive  de amor corporal, aún y cuando lleves toda una vida de repetirte a ti misma que tu cuerpo se merecerá tu amor hasta que cambie.

La idea de cambiar te hace cosquillas varias veces, a mi me pasaba en un escenario que quizás es conocido para otras personas: estás sentada en el piso de tu cuarto, llorando porque una vez más tienes un evento importante y NADA te sirve. Las blusas son incómodas, las faldas que te probaste no se las pondría ni tu abuela. Tu atuendo te delata por completo, escogiste la ropa solo porque era la única en la que cabías.

Ahí estás, sentada en el piso de tu cuarto, una vez más derrotada, sintiendo contra tu inmenso e interminable cuerpo todo el frío del suelo y retumba una sola idea en tu cabeza:

no puedo vivir así para siempre.

La verdad es que las primeras 100 millones de veces que pasa, mientras lloras, recuerdas cada pedazo de pizza y cada bocado de chocolate que escogiste comer en un ataque de compulsión, mientras fantaseas con una vida en la cual no comas más que melón, peses 50 kilos y nunca más tengas que ir a comprar ropa porque vas a caber hasta en la de tus Barbies.

Pero nunca se te hubiera ocurrido que, aún queriéndolo con muchas ganas, te esperaban muchos fracasos por delante, todos esos fracasos que llegan cuando las decisiones de tu vida se motivan por miedo y no por amor.

Para mi inicialmente la idea de dejar de odiar mi cuerpo, simplemente fue tener una vela encendida, un sentimiento único de admiración viendo fotos de mujeres que eran igual o más gordas que yo pero parecían estar contentas con ellas mismas. El amor que sentían por su cuerpo era totalmente revolucionario, iban por la vida rompiendo todas las barreras de la sociedad, todas las barreras de mi mente, y lo lograban haciendo lo que todos deberíamos hacer para cambiar el mundo, amándose a ellas mismas.

Cuando el tiempo pasa y te haces un poco más grande empiezas a tener un poco más de perspectiva, y te haces consciente de qué fue lo que te dejó todas esas veces llorando en el piso de tu cuarto. No te derrotaron las blusas, ni te derrotaron las faldas, ni siquiera te mató ese vestido de tu hermana que siempre fue 10 tallas más chica que tú, sino que aquello que te derrumbó y tiró al suelo, FUISTE TÚ.

Porque no hay tela suficientemente pequeña que pueda hacerte sentir tan mal, porque tú decidiste que cada blusa y cada pantalón que no te quedaba significaban una derrota, significaban que tu cuerpo estaba mal, significaban que ahora era tu trabajo transformar tu cuerpo sólo con el absurdo fin de que cupiera en una insignificante pieza de ropa hecha en serie. A diferencia de ti que eres única e irrepetible, pero aun así, tenías la certeza de que la que estaba manufacturada incorrectamente eras tú.

Rosy Pérez

 

Foto destacada: Modcloth