No es que yo sea una ex flaca, ni mucho menos; siempre he sido más o menos gordita. Pero sí que he tenido mis buenas épocas de gym y dieta sana en las que estaba bastante más en forma que ahora (volveré, no sean pesados) y la gente alababa mi gran esfuerzo y lo bien que me veían. Por eso sé lo que se siente cuando, de repente (JAJA, DE REPENTE), coges unos cuantos kilos y todo el mundo empieza a mirarte con esa cara de horror: ¿quién se ha comido a fulanita? Créanme chicas, sé lo que se siente siendo una… EX FLACA.

Una ex flaca es aquella que antes era delgada (o más delgada) y por circunstancias de la vida ha engordado unos kilos. La gente puede ser muy cruel al respecto, y nadie, absolutamente nadie, desaprovechará la ocasión para recordarte lo fea y horrenda que estás.

Otra de las reacciones más comunes del pueblo cuando te encuentran más gorda es LA TEMIDA PREGUNTA que a toda gorda nos han hecho alguna vez:

¿Estás embarazada?

– ¡¡Sí!! Se va a llamar Happy Meal BigMac de Todos los Santos Díaz.

Total, que o te tiras por un puente o haces como yo: aprovecha que te ofrecen el asiento en el transporte público y siéntate con todo tu coño, agarrando tu barriguita y poniendo cara de agradecimiento y piernas hinchadas.  

No olvidemos tampoco el gran momento ‘shopping’ con tus amigas. Todo son risas cuando llevas una 38, así que prepárate para llorar porque la cosa se pone muy fea cuando tienes unos kilos de alegría encima. Siempre te quedará pararte en la puerta de Stradivarius, pasarle a tu amiga el brazo por encima y decirle: ‘¿Ves todo esto, pequeña padawan? Todo esto antes era ropa que me cabía’.

Situaciones horribles como estas te esperan si antes eras divina y ahora eres un saco de grasa horrible que jamás nadie va a querer, así que BRACE YOURSELVES, comentarios hijos de puta are coming!!! (guiño, guiño)