Ahí está, lo he dicho: Soy una fracasada.
No hay que hurgar mucho para entender por qué: he fracasado en tantas cosas que me he propuesto en la vida. De verdad.

200
Tom sabe que no miento

Quise tener una heladería para comerme todos los helados (1987-1991)
Quise ser profesora para mandar y ser obedecida (1992-1994)
Quise ser arquitecta (1995-1997)
Quise ser periodista (1998-1999)
Quise ser estrella de rock y quise ser la Katharine Hepburn de los teatros de mi ciudad (secretamente a lo largo de toda mi vida)
Y ni helados ni edificios ni ná de ná. Quise ser publicista y LO FUI solo para, siete años después, desear fervientemente dejar de serlo. Quise ser lo más de la literatura y me paso todas las noches trabajando en un libro que a mis treinta y cinco palos no sé si terminaré. Quise ser todo eso que aún no soy y sigo queriendo ser tantas cosas en una suerte de maduración tardía de mis habilidades (pastelera / cantaora / superhéroe con capa), y es que sigo buscando aquella cosa en la que ser requetebuena y en la que pueda decir: soy lo más de lo más.

Pero sigo fracasando.

Quise ser la siguiente Jane Fonda (1994-2002)
Quiser ser la reina del body pump (2006-2008)
Quise nadar los siete mares con estilos pecho y espalda (2013-2015)
Pero me duelen los pies todo el tiempo y no hay quien me saque del sofá la mayoría de las veces. Para mover el body tengo salida de caballo andaluz y parada de borrico manchego: empiezo todo con entusiasmo sólo para darme por vencida, madre mía, dadme una cerveza y una silla bien cómoda. Sin embargo y por algún extraño motivo quiero seguir siendo lo peor: dar sudorosas vueltas alrededor del Retiro con mi trote cochinero, tener agujetas dolorosas y ser una reverenda incapaz.

Esta soy yo haciendo deporte

Quise a Ex Novio 1 (2003-2005)
Quise a Ex Novio 2 (2006-2008)
Quise a Ex Novio 3 (2009-2013)
A dos de ellos los sigo queriendo (a pesar de ya no querer arrancarles la ropa) y aunque ese 67% de sentimientos positivos hacia mis ex me parece una cifra de puta madre, el balance final es que en el amor he fracasado con un enorme estrépito. He salido con tanta gente y he usado tanto el Tinder que me deberían dar AVIOS o algo, pero hay algo incluso peor: estoy dispuesta a seguir fracasando y a que me hagan el corazón paté, como si aquellos diez jodidos gloriosos años de monogamia (y muchos otros años de poli) no me hubiesen escarmentado lo suficiente.

Pues eso: soy una fracasada.
Y seguro que tú también. 

Porque ni helados ni edificios ni ná de ná: he fracasado en tantas cosas que me he propuesto en la vida que si me muero mañana mi epitafio pondría “Mariella, fracasó mil veces”. Pero estaría incompleto: en todo este historial de fracasos (y de buscar incesantemente aunque no encuentre nada) me he expuesto al fracaso en la misma medida en la que me he expuesto al triunfo, por lo que el texto completo debería poner “Mariella, fracasó mil veces y triunfó otras mil”. Podría también poner que fui un puto coñazo, pero eso se lo dejaremos a quienes se encarguen de escribirlo.

Y es que quizá eso sea el éxito, después de todo: fracasar una y otra vez y sin miedo en la búsqueda de eso que verdaderamente quieres. Dejar que la vida te atropelle a toda máquina hasta que al fin, lo veas. Sigo sin saber a ciencia cierta qué quiero hacer, sigo teniendo dos pies izquierdos para el deporte y pretendo seguir enamorándome y estrellándome y recogiendo mis pedacitos con cucharita, una y otra vez.

Soy una fracasada y me importa cero, porque en el camino de mis fracasos me levanta siempre esta pequeña lista de triunfos que guardo bajo el brazo:
Ese beso en las escaleras (1999)
Un billete Lima – Madrid (2009)
Los jueves en el Ginger (2010 – actualidad)
Clau, Cali, Pili, Luciano, Natalia, Elena, tantos amigos que me han transformado de maneras que aún no soy capaz de comprender (salpicados en el tiempo desde 1986 – hasta que ellos escriban mi epitafio).

“Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor.» Samuel Beckett.