Me queda menos de un mes para acariciar las ansiadas vacaciones a remojo. Las vacaciones con niños  no se parecen en nada al idílico descanso de la época sin descendencia. Cuando convivías solo con tu churri y os dedicabais los días a recorrer mundo o a hacer la croqueta en la playa buscando la mejor luz para las fotos. Esos días de verano que empezaban levantándoos a las 11, desayunando tranquilamente, pasando el día en la playa leyendo, para seguir disfrutando del atardecer con mojito en mano y terminar día sí día también con una cenita romántica a la luz de las estrellas. Esas vacaciones son agua pasada.

Las vacaciones con niños son otro nivel:

  • Solamente organizar la logística, maletas, ropa, comida, medicinas, material para la playa, juguetes, cremas, gorros, pañales, etc. etc. es como hacer una MUDANZA a lo grande. En serio, sí, cada movimiento es peor que una mudanza. Hay que organizar tantas cosas y que quepan en tu coche, que solo con la preparación recibes el título de “Experto en Logística y Distribución a Gran Escala”.

 

  • El viaje hasta el destino debe estar perfectamente milimetrado en cuanto a kilómetros, paradas, tomas de bibes de los bebés, películas, canciones, abastecimiento, paradas para hacer pipí y paradas para limpiar desperfectos. Si lo consigues recibes el título de “Experto en Tecnología de Transporte Internacional”.

Una vez que pisamos la playa la rutina se torna apasionante:

  • Suele comenzar a las 7 de la mañana cuando los polluelos se ponen de pie con ese horario programado tan fantástico que viene de fábrica.
  • No podrás tomar el sol plácidamente ni medio minuto ni leer ni una página de un libro, ya que tendrás que estar detrás de los enanos corriendo de aquí para allá non stop.
  • Las cañas del chiringuito se sustituyen por fruta y bocatas a pie de playa. Y la comida de casi todo el verano estará compuesta de pasta con tomate y pechugas de pollo.
  • Te pasarás los días limpiando arena, manchas de helado de chocolate, echando crema solar como si no hubiera mañana y con media teta fuera porque siempre te agarran del bikini en el momento más inoportuno.

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Pero aunque las vacaciones con niños no son placenteras, ni tranquilas ni silenciosas, las vacaciones con niños son maravillosas:

  • Porque aunque haya que madrugar, no hay horarios, ni vas como una moto de aquí para allá. Puedes hacer las cosas a otro ritmo, abandonar las rutinas marcadas por los ritmos hitlerianos y dejar que todo fluya a otro compás.
  • Porque es el momento de conectar con los peques a otro nivel, estrechar lazos, fortalecer el vínculo con todos los miembros de la familia. Ellos perciben perfectamente que estamos más tranquilos, les dedicamos tiempo de calidad, les escuchamos y estamos juntos. No hay regalo mejor, ni vacaciones eternas que se puedan equiparar a este momento.
  • Y porque de nuevo te ves reviviendo tus vacaciones de niño. Los días de bicicleta, de enterrarse en la arena, de pulseras, de cines de verano, de río, de helados, de sandía, de toboganes de agua, de guerra de globos, de castillos de arena, de conchas y caracolas, de amigos y más amigos, de salsa de tomate, de pies descalzos, de pelo enmarañado, de barbacoa y after sun. Y estas amigas mías, son y serán las mejores vacaciones de nuestras vidas.

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