Nuestro cuerpo se mueve al ritmo de la música cuando menos te lo esperas. Desde mover el pie, hasta mover las caderas, necesitamos ese contoneo para ser felices y conectar con nosotros mismos.

Parece una estupidez muy grande, pero a veces te vas a encontrar a personas en el camino que no van a querer verte bailar y mucho menos bailar contigo.

Es común bailar para celebrar, para vivir la música o porque es una de tus aficiones, pero no te creas que es comprendido por todos los públicos.

Hay una canción de Georgina (no, no es la mujer de Cristiano Ronaldo, sino una cantautora maravillosa de Venezuela que dice verdades como puños) que dice algo así como: “Inventando el ritmo que me gusta bailar”. Estoy casi segura de que esto lo escribió tras romper con una persona papanatas que limitaba el ritmo de sus pies y le cortaba las alas para volar.

Igual estoy pecando de subjetiva, pero estuve diez años de mi vida con una persona con la que casi nunca bailé. Lo peor de todo es que me criticaba el hecho de que me contonease con cualquier canción. De hecho, voy a contar algo que jamás fui capaz de admitir, pero en nuestra boda no hubo baile porque no quiso, mientras que yo tengo una Beyoncé dentro de mí que se danza encima.

Ni que decir tiene que el baile es una antesala de tus relaciones sexuales. Si no baila contigo, date cuenta de que tu vida sexual puede que no sea como desearías.

Es por ello por lo que afirmo que, si alguien te quiere de verdad, te hará bailar. Hará que tengas ganas de moverte, de celebrar y de brincar tanto a su lado como a solas.

Que no te engañen, nadie debe hacer llorar, sino vibrar con o sin música con el mero hecho de pensar en su sonrisa.