Me gusta provocar. Y tener una imaginación calenturienta de vez en cuando. Luego la práctica se me resiste un poco más. Me dejo vencer por la pereza, ¿a nadie más que a mí le pasa?
He descubierto mi nueva vocación. Quiero ser MILF.
Para los no Millenial, como yo, significa MOTHER I’D LIKE TO FUCK. O lo que es lo mismo, MADRE A LA QUE ME GUSTARÍA TIRARME.
¿Qué de dónde me viene este zorrerío? Pues de mi yo interior, ese que me grita que quiere estar en el escaparate de Zara. A la vista, pero sin posibilidad de tocar. Porque cuando llegamos o sobrepasamos los 40 estamos en el almacén, catalogadas como “fuera de temporada”. Más ocultas que Harry Potter con la capa de invisibilidad.
Pero también tiene un punto oscuro. Un deseo de escandalizar a las más jóvenes. Esas mujeres que acaban de ser mamás y solo saben hablar de sus retoños. Esas madres pluscuamperfectas, con hijos superdotados, que no cometen ningún error y se han leído todos los manuales sobre lactancia materna y educar sin gritar. Todo lo que yo no he hecho con mis dos hijos. Les he gritado hasta quedarme afónica. Porque no me hacían ni caso cuando hablaba en un tono normal. Hasta los llevé al otorrino pensando que tenían problemas de audición. Pero no, solo tenían una mala leche del tamaño de un rascacielos.
Cuando ellas sacan el tema de los niños, yo el de los amigos de mis hijos. Esos efebos de veinte años que desfilan por mi casa todos los fines de semana para recoger a mis criaturas. Y les digo que me gustaría que me vieran como una MILF.
Se quedan boquiabiertas. Ojopláticas. Sordomudas. Y acabo con la conversación.
Me tienen hasta el moño de tanta gilipollez con los métodos educativos, los programas de los colegios, los chats del AMPA y las tendencias de los psicólogos para educar y que sus retoños sean todos como Einstein.
No es una brecha generacional. Es un abismo cultural. ¿En qué momento del parto les sacan también las neuronas portadoras de la independencia como ser vivo? ¿Por qué algunas mujeres se empeñan en convertirse solo en MADRES una vez que tienen un hijo? ¿Dónde están las inquietudes laborales, culturales, de pareja?
La maternidad es una parte importante de nuestras vidas. Pero no la única. Yo voy a seguir soñando que estoy buenorra. Eso sí, como vea a un amigo de mis hijos mirarme con ojitos golosones le meto una colleja que le despeino el tupé. Y se lo digo a su madre.