Siento decir que soy como una maldita estrellita de mar en la cama. Mea culpa.

No estoy orgullosa de ello pero tampoco me avergüenza decirlo. No soy una diosa de la cama, soy pasiva y muy tímida. No tengo iniciativa ninguna. Sé que hay chicas que parecen tímidas pero luego en la cama se les quita todo y les sale el lado salvaje, en plan actrices porno, bueno…. No es mi caso.

Soy el epítome del aburrimiento en la cama. Y disfrutarlo lo disfruto, un orgasmo es un orgasmo.

La cuestión es que mi timidez ha sido cuestionada por mis amigas arpías (Y a las que adoro) desde que tengo uso de razón. También me he llevado la queja de algún que otro hombre, como si mi pasividad exculpara su rabo diminuto y su falta de coordinación y capacidad para satisfacer a una mujer. En fin…

También os digo que he encontrado hombres dominantes a los que mi estrellita de mar les ha puesto duros como el granito. Pues eso. Hay de todo en la viña del señor. La cosa es que siempre he sido poco impulsiva y bastante serena, soy doña nervios de acero, según mi hermana.

Me cuesta hacer locuras y esas cosas, más que nada porque me gusta el control. Pero claro… ¿Qué pasa cuando una abstemia se toma una copita de vino y un chupito y conoce al cachondo más buenorro del planeta?

Pues que me volví jodidamente loca (dentro de mis posibilidades obviamente).

Quería llamarle la atención a mi caliente y nuevo «amigo», no quería ser la chica de siempre que algunos chicos descartaban por aburrida. Ese pedazo de sexo en un palo tenía que ser mío, y pensé que dar rienda a mi impulsividad era una idea cojonuda para soltarme un poco y no ser tan rígida. Mala idea. Ya os lo digo.

Hicimos una barbacoa en casa de unos amigos, en un terreno que tenían en la aldea. Tiendas de campaña, hoguera, sangría de sidra, risas y esas cosas. Y pensé que era mi momento de locura, a ver… O era ese el momento o me lo comería con patatas, porque mi sentido de la calma era muy poderoso. Así que entre la falta de cordura gracias al alcohol y mi calentura por el chico nuevo, se me ocurrió tontear con él. Para vosotras quizás sea sencillo, para mí era la puta hazaña al nivel de la conquista del Everest.

Así que allá que me arrimo a él, unas risas, una charla, un parpadeo y pum! Por fin me comió los morros, suerte para mí. Si hubiera tenido que esperar a que yo tomara la iniciativa quizás me hubiera llevado unas cuantas horas o años más.  No contenta con mi locura pasajera decidí darlo todo. Quería que me ensartara como a una brocheta de pollo, que me diera duro contra el muro, o contra un arbusto o árbol para el caso. Daba igual, la cuestión es que quería mambo, porque soy tímida no asexual, puntualización importante.

Así que lo convencí para meternos en un pequeño bosque que había a unos metros de donde estábamos todos, por privacidad y esas cosas que las tiendas de campaña no ofrecen. El terreno estaba rodeado por una valla para proteger el terreno de jabalís y esas cosas, por lo que nos obligó a dar un buen rodeo y alejarnos más de lo previsto. Pero yo estaba on fire, era en ese momento o nunca, así que me importó todo una mierda y lo arrastré bosque a dentro.

El chaval no parecía muy convencido, me aclararé, no parecía convencido en meternos en el bosque, porque de follar ya me había dejado claro que estaba dispuesto a darme como a cajón que no cierra. Pero claro, yo había entrado en una espiral chunga y le convencí de que no pasaba nada, de que conocía la zona y bla bla bla, un mogollón de mierda que se me ocurrió sólo para tranquilizarlo.

Empezamos a meternos mano, ropa que sale volando y nos quedamos en bolas, a mi no se me ocurre otra idea que arrodillarme para hacerle una mamada, ya he dejado claro que la iniciativa y yo no nos llevamos bien, así que cuando me vi de rodillas me sorprendí a mí misma. Yo encantada de mi nueva yo y de tener con que jugar, y mi nuevo crush feliz como una perdiz de lo que iba a hacerle.

Pero claro, me entusiasme tanto que no me fijé una mierda dónde estábamos, Cuando me agaché sentí la punzada contra mis rodillas. Y pensé: Mierda me pinché con algo, una zarza o algo así.

Era de noche, no veía una mierda y menos con gafas. Así que me puse en cuclillas y me moví. Cuando noté algo pincharme el culo me di cuenta de lo que era, pero de la impresión me caí hacia atrás. Horror, lo peor del mundo. Yo callada inmóvil contra el suelo queriendo echar a correr.

El me preguntó si estaba bien, ¿Qué iba a preguntarme el pobre?

Quise decir que si, pero cuando me ayudó a levantarme lo primero que hizo fue encender el móvil y alumbrar el suelo. Automáticamente palidecí, aunque ya me ardía el culo, el toto y las putas rodillas.

-¿Eso son ortigas?

Fue todo lo que preguntó antes de que asintiera y me muriera de la puta vergüenza. ¿A mi quien coño me mandaba ser impulsiva? La noche acabó conmigo boca abajo en una colchoneta y con el chico cañón poniéndome aloe vera en el culo mientras el resto se divertían. Lo peor es que mi cuerpo siguió caliente el resto de la noche sin poder hacer nada y no sólo por las ortigas.

A partir de ahora me quedo con mi estrellita de mar, gracias, seré más aburrida, pero al menos evitaré tener el coño ortigado durante dos días. Gracias.

 

Anónimo

 

Envía tus movidas a [email protected]