Hace poco una amiga mía se llevó una decepción con un tío que conoció por una app de ligoteo. Era de estas veces que todo apuntaba maneras para que la cosa cuajase, pero… el orgullo le pudo a este chico.

Mi amiga ya llevaba varios chascos y no quería hacerse ilusiones a lo tonto, así que empezó tanteando el terreno por chat y, cuando vio que la cosa prometía y que el tipo no parecía el típico que está ahí por estar, se decidió a quedar con él.

En la primera cita todo bien, mejor que de costumbre, lo único que le chirrió fue que lo notaba a él un poco más entusiasmado de la cuenta, como que quizá se estuviera viniendo arriba muy deprisa y eso a mi amiga le provocó un cierto rechazo.

Para evitar malentendidos y, también, por ser totalmente sincera con él, mi amiga le puso en situación sin dar muchos detalles y le vino a decir que le ilusionaba que estuvieran quedando pero que había tenido malas experiencias muy seguidas y que prefería ir despacio. Al chico le pareció bien y le dio a entender que él acababa de pasar por alto parecido, así que todo fenomenal.

Aun así, era evidente que el chico estaba más por ella que ella por él, lo que no significa que mi amiga no sintiera interés o no le correspondiera a sus señales de afecto dentro de unos márgenes de comodidad (igual darse la mano por la calle le parecía demasiado, pero no le importaba que lo hiciera cuando estaban sentados en un restaurante a la luz de las velas).

Tal y como ella esperaba, las cosas avanzaron entre ellos a un ritmo pausado, lo suficientemente para no perder la magia pero sin agobios ni exigencias. Ni etiquetas. Esto último no le quitaba el sueño porque sabía por el ritmo de vida que llevaba este chico (y porque empezó a frecuentar su casa) que tampoco se estaba viendo con otras chicas.

Quizá sí que hablara, porque a ver, eso quién puede saberlo, pero no le daba esa sensación y tampoco sentía esa ansiedad de exclusividad. Lo que sí era cierto es que le iba gustando cada vez más y él, que se había rebajado mucho en lo que a las muestras de afecto se refería, parecía estar cogiendo fuerzas para desprenderse de su coraza. O eso creía ella.

En las últimas citas, mi amiga empezó a notar como que el chico se mostraba más distante que de costumbre y, cuando ella trataba de sondearlo, siempre alegaba que su trabajo lo tenía absorto.

Aquello le sonaba a verdad a medias, porque aun siendo cierto que tenía una racha de mucho trabajo, el que más y él que menos estamos igual, así que te vale como excusa un día, pero no sistemáticamente. Después de pasar algún tiempo sin verse, fue el chico el que le habló a mí amiga por WhatsApp. En mitad del tonteo habitual le soltó la bomba: “Me has echado de menos?” Teniendo en cuenta que mi amiga tenía dudas sobre el rumbo de la relación y que el chico era bastante introvertido, interpretó esa pregunta como una “apertura de coraza” puesto que de natural le costaba expresar sus sentimientos. Entendemos, creo yo, que si haces esa pregunta a alguien es porque le vas a decir que la añoras, que te gustaría estar cerca de ella, verla más a  menudo… ¿Entendemos eso verdad? Él se ve que no.

Después de que mi amiga, con cierto esfuerzo, le dijo que sí, que lo había echado de menos, porque era la verdad, a pesar de todas las dudas que le generaba era cierto que se sentía cómoda con él y le gustaba pasar tiempo con él… el chico le suelta:

“Pues yo no he tenido tiempo de echarte de menos porque he tenido mucho trabajo y mucho estrés blablabla”.

Lógicamente, mi amiga se quedó a cuadros. Si lo dijo en serio es de tener muy pocas luces o ser muy cínico o yo qué sé. Si lo dijo de broma (tal y como aseguró después tras ver la reacción de mi amiga) me parece una EXCUSA porque no creo que esas bromas se hagan como bromas, sino como pullas. Es más, creo que lo que le pasaba es que él echaba de menos a mi amiga pero no era capaz de expresarlo sin sentirse vulnerable, mejor dicho, le abrumaba sentirse vulnerable porque lo veía como una bajada de pantalones, algo que su orgullo de machito no podía consentir.

Total, que después de aquel episodio mi amiga le dio puerta, porque, aunque le pidió disculpas torpemente le habían saltados las alarmas de red flag y no se iba a sentir a gusto con un tipo que no sabe gestionar sus sentimientos y que, en resumen, tampoco parecía tener claro lo que quería.

Ele Mandarina.