El otro día mi pareja y yo hablamos sobre nuestras fantasías. Él me comentó que tenía una fantasía que quería cumplir conmigo.

Quería taparme los ojos y atarme de pies y manos a la cama para hacerme lo que él quisiera. Para darme mucho placer, palabras textuales. 

Con tal invitación, obviamente accedí a cumplir su fantasía, ¿quién no querría recibir mucho placer?

Me desnudó, vendó los ojos con un pañuelo y me ató con unas esposas a la cama. Me sentí completamente sometida a él y me dejé llevar. 

Puso música de ambiente, una lista de reproducción llamada “música para hacer el amor» en la cual se escuchaban gemidos suaves. También puso velas aromáticas e incienso con un olor muy rico.

Tener los ojos vendados me hacía estar más alerta de todo lo que pudiera pasar. 

Noté un pequeño cosquilleo por el lado derecho de mi cuello y bajando por el lateral de mi pecho, me estaba acariciando con lo que parecía una pluma.

De repente, noté el mismo cosquilleo subir por mi pierna izquierda, pasando por mis muslos hasta llegar a mi clítoris, ¡se había cambiado de lado de la habitación y no me había dado ni cuenta!; di un pequeño saltito al notar la pluma rozando esa zona.

Acercó sus labios y me besó, mientras sus dedos jugaban rozando mis labios de ahí abajo sin abrirlos, no quería dármelo todo, al menos por ahora. 

Sus labios abandonaron los míos para recorrer mi cuello y bajar hacia mis pechos.

Lamió y soplo después uno de mis pezones, noté el frío del aire y se me erizó la piel. Me mordió suave el otro pezón y siguió bajando hasta llegar al monte de Venus. 

Se paró ahí, besando la zona y haciéndome casi rogar que lamiera más abajo, pero habíamos acordado que iba a dejarme hacer y no hablar, así que me humedecí los labios pensando en lo que vendría después.

De repente noté su lengua rodeando mi clítoris, jugueteando por mis pliegues. Una presión invadió mi vagina, había metido un vibrador sin dejar de lamerme.

Estaba atada, no podía moverme ni hablar, así que me dejé llevar y me corrí en su boca como nunca. 

Quise cerrar las piernas pero escuché un chasquido suyo.

   – No puedes cerrar las piernas, hoy vas a acabar agotada de tanto placer.- Lo dijo en un tono que me resultó muy sexy.

 

Volvió a lamer, a succionar mi clítoris, buscar mi punto G con sus dedos y el vibrador, hasta que me corrí dos veces más. 

Escuché el sonido de un preservativo abrirse y después una presión entre mis piernas nuevamente mientras entraba en mí. 

Una embestida, dos, tres… Mientras sus dedos acariciaban mi clítoris, me volví a correr. Se separó de mí y escuché como se sacaba el condón. 

Uno de sus dedos acarició mis labios e instintivamente los abrí. Noté el sabor de su polla en mi boca. Succioné y lamí como si me fuera la vida en ello. Me agarró de la cabeza para conseguir metérmela más profunda y aguantó ahí, lo hizo varias veces mientras amasaba mis tetas.

Sus jadeos empezaron a ser más fuertes y eso me puso a mil. Volvió a penetrarme la boca con intensidad, hasta que me llenó de todo su sabor cuando se corrió.

Me destapó los ojos y lo vi muy sonriente, nos había encantado a los dos, así que no sería la última vez que lo hiciéramos. 

Oaipa

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