Kendrick la miraba con la boca abierta, sin decir nada, pero sus ojos transmitían un mensaje muy claro <<Te deseo>>. May se mordió el labio, respondiéndole <<Y yo a ti>>.

Kendrick jadeó, nunca había visto nada parecido. Estaba indeciso, no sabía que deseaba más si saborear los oscuros pezones o perderse entre los rizos de su feminidad. De un rápido movimiento, salió de la cama para acercarse a ella.

 May sentía el retumbar de su corazón en los oídos y toda la sangre agolpada en las mejillas. Respiraba con mayor dificultad a medida que Kendrick se acercaba a ella. Finalmente jadeó cuando sintió que la rodeaba, apretando sus manos contra su trasero, pegándola a él dejándole saber lo excitado que estaba

Kendrick atrapó su boca a medio camino del jadeo, impidiendo que se cerrase por completo. Sin ninguna delicadeza introdujo su lengua acariciando cada lugar del interior de su boca. A pesar de la rudeza, aquello no molestó a May, sino que la excitó aún más.

El cuerpo de Kendrick emanaba un calor propio del infierno, May sentía que iba a dejar la marca de sus dedos en sus glúteos. May se agarró a los fuertes hombros de él cuando la liberó del voraz beso para dirigirse hacia sus pechos. Libre de cualquier impedimento Kendrick paseó su barbilla, labios y nariz por los suaves y turgentes senos. A May le fallaron las piernas, que decidieron no sostenerla más. Él la agarró e hizo descender a ambos hasta que May quedó tendida sobre la alfombra junto al fuego. Observó su rostro lleno de placer y su torso que se elevaba agitado en busca de aire.

Saborearé cada parte de ti May. —dijo a modo de sentencia mientras acogía cada pecho en una mano acariciando sus cúspides.

May no tardó en arquearse. Tanto sus labios como su lengua le proporcionaban húmedas caricias tras el agradable picor de su incipiente barba. Aquello unido al toque de sus manos sobre sus apretados pezones la hacían suspirar y gemir de placer.

Aquella cacofonía inteligible que salía de la garganta de May era música para sus oídos. Cuando rodeó uno de sus pezones con los labios, dejó de pensar con claridad, ya solo existían él y aquel pedazo de carne en su boca. Lo succionó, le prodigó suaves y pequeñas mordidas con el filo de sus dientes y después calmó el escozor con su húmeda lengua.

May dirigió la mirada hacia el lugar que estaba siendo víctima de tales atenciones. Se encontró con el rostro de Kendrick contra su pecho, con los labios fruncidos alrededor del pezón. May no podía evitar las sacudidas que movían su cuerpo tras cada descarga que emitía su pezón prisionero. Emitía sonidos involuntarios, su espalda se arqueaba mientras que sus caderas.

Kendrick decidió brindarle las mismas atenciones al otro seno, su lengua dibujó el camino entre ambos con una húmeda pincelada. May sentía una llama arder entre sus piernas. Esa llama parecía derretirla de deseo a medida que su vagina se contraía. El placer que le hacía sentir Kendrick se estaba convirtiendo en un río entre sus pliegues. Cerró los ojos con fuerza disfrutando del discurrir de aquel río cuando él volvió a su boca con fervor.

May perdió sus dedos en la melena pelirroja mientras recuperaba la respiración en suspiros.

Las ásperas manos de Kendrick recorrieron la piel desde las costillas hasta los tobillos,

deteniéndose a medio camino para separar sus piernas. Las mejillas de May se volvieron aún más incandescentes al adoptar esa nueva postura. Kendrick debía ser tan consciente como ella de su humedad que ahora rozaba contra su piel.

Abandonó sus labios abruptamente para iniciar un camino descendente de besos. Al llegar a su ombligo, rodeó los muslos con sus musculosos brazos, separándolos y elevando las caderas hacia él. Obtuvo una vista privilegiada de la abertura del cuerpo de May, blanda, húmeda, apetitosa.

Ken-Kendrick—pronunció con dificultad debido al azoramiento.

Como única respuesta, Kendrick descendió con lentitud hacia su sexo, torturando con su cálido aliento los sensibles pliegues. May se estremeció por completo. Creía que las mejillas y el puente de la nariz le iban a explotar ante tanta incandescencia.

No sabía que aquello fuese posible, y, sin embargo, la lengua de Kendrick le proporcionaba latigazos de placer en las zonas más escondidas de su ser. Sus manos se agarraron fuertemente a la alfombra cuando Kendrick comenzó a jugar con aquel montículo de carne que sentía hinchado y palpitante. Gritó de placer mientras se quedaba sin aire. El pelirrojo aprovechó que ella se quedaba sin fuerzas para separar sus piernas al máximo.

May apenas se había recuperado de aquella oleada de placer cuando sintió que Kendrick sumergía su lengua en las profundidades de su ser. La morena deseaba que lo hiciera, que calmara aquella necesidad que latía dentro de ella. Sus manos lo apretaron contra su sexo en una súplica para que no la abandonara. May miraba las flameantes llamas de la chimenea y sentía que algo parecido estaba sucediendo en su interior. Ella era la leña que gustosamente se dejaba consumir por el fuego de la boca de Kendrick que la quemaba lentamente, hasta que solo quedaban brasas de deseo.

Todo su cuerpo se contrajo, para después estirarse en un grito placentero y en un río caliente que calmó el escozor entre sus pliegues. Dejó que todo su cuerpo se hundiera en la alfombra, a duras penas lograba controlar su respiración. Kendrick gateaba sobre ella, observando hasta el más leve movimiento. Deseaba poseerla en aquel mismo instante.

Había saboreado su néctar, porque era el maldito néctar de los dioses lo que ella le había ofrecido, y supo al instante que se había vuelto adicto a él. La besó y ella lo acogió con gusto. May sintió su boca mojada por su propio placer. Sentir sus duros pezones contra su torso fue la gota que colmó su resistencia y paciencia. Con pereza y reuniendo cada resquicio de fuerza que quedaba en su cuerpo laxo, rodeó el cuerpo de Kendrick con sus brazos y piernas. Kendrick aseguró el agarre y se incorporó para llevarlos a ambos a la cama. Él introdujo uno de sus dedos en el interior de ella mientras entrecerraba los ojos de placer al pensar en lo que le esperaba. Aquello despertó a May de la ensoñación y agotamiento en los que se había mantenido.

—Kendrick…te necesito…ahí…—dijo entre jadeos mientras apretaba el dedo con sus músculos internos. Él apartó la mano mientras se posicionaba entre sus piernas y la besaba en los labios.

—Aquí me tienes May. —contestó con dificultad mientras comenzaba a penetrarla.

Ella gimió ante la intrusión mientras elevaba las caderas. Besó su sien cuando se enterró por completo en ella, para después pronunciar algunas palabras en gaélico. Kendrick comenzó a moverse sobre ella. Podía sentirlo duro y caliente en su interior mientras que movía sus caderas para acogerlo de forma que llegase a donde ella lo necesitaba. Pronto la encontró, rodeando las caderas de él con sus piernas. Aquella posición motivó a Kendrick a aumentar el ritmo de las embestidas. Ambos gemían y jadeaban sin control entre besos.

Agarraba fuertemente a Kendrick por los brazos y espalda mientras se estremecía alrededor de su cuerpo. Él la sujetaba por los glúteos intensificando así el movimiento. Sentía que a la mínima señal que May le diera, no podría reprimir más sus impulsos de derramarse en su interior. Los dos se afanaban en coordinarse para aumentar el movimiento, disfrutando del infinito placer de la fricción. El colchón comenzó a moverse al tiempo que los doseles ondeaban al ritmo de las lujuriosas embestidas.

Por segunda vez, May llegó al clímax en un grito ahogado por la oleada de placer. Cayó sobre la almohada sin fuerzas, dejando que su vagina hiciera el resto apretándose contra el miembro de él. Kendrick no pudo resistirse a ese estímulo, acometió unas salvajes embestidas mientras se unía a May en el barco del placer. Ella gritó de nuevo al sentir sus contracciones y sentir la simiente de Kendrick en su interior.  Se mantuvieron así durante un par de minutos en los que trataban de volver a la realidad. Los oscuros ojos estaban a punto de cerrarse por completo en un profundo sueño, cuando sintió los dedos de Kendrick haciendo de las suyas entre sus labios vaginales. Se movió rozando su trasero contra el miembro de él, se sorprendió, no esperaba que volviera a estar erecto.

¿Te gustaría hacerlo de nuevo? —la persuadió con voz melosa contra su oído mientras deslizaba un dedo en su interior y lo movía enérgicamente. May se removió inquieta mordiéndose el labio.

Cuantas veces quieras. —contestó lujuriosa.

¿Quién podría resistirse ante tal invitación?

 

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