Imaginaros la situación porque no tiene desperdicio. 30 grados a la sombra, en pleno mayo, hacía un calor horrible, no tenemos aire acondicionado y aún no habíamos traído del trastero los ventiladores.

Nos pusimos a ver la temporada nueva de Strangers Things el domingo al mediodía, así que abrimos las ventanas de ambos lados del piso para que corriera el aire.

Nos acurrucamos en la cama y me quedé tumbada encima de él. Olí su perfume, ese olor me ponía muy a tono y además estaba sin camiseta, así que tenía a la vista todo su cuerpo atlético. Aunque no fue a propósito, no pude evitar fijarme en su pantalón de pijama, era ancho y fino y se le marcaba mucho lo que tenía entre las piernas.

De manera casi instintiva mis manos acariciaron por encima su polla. No se lo esperaba ya que estaba centrado viendo la serie, así que se asustó pero no ofreció resistencia. Asomé las manos por la comisura del pantalón y agarré lo que ya era su erección, parecía que el roce le había animado bien.

Nos besamos mientras le masturbaba y él metía su mano entre mi pantalón.

Me rozó el clítoris y jugó con él con sus dedos. En ese momento ya nos habíamos dado cuenta que no íbamos a ver la serie, así que la paramos.

Me quitó el pantalón, me abrió las piernas y se agachó, me estremecí solo de pensar que me iba a comer el coño. Lo deseaba, lo deseaba muchísimo. Le guíe acompañando su cabeza con mis manos y noté su lengua recorriéndome el clítoris, de arriba a abajo, lamiendo y succionando suave, me lo había humedecido mucho y estaba subiendo aún más la temperatura de la habitación.

Su cuerpo se acomodó entre mis caderas y rozó su polla por los labios de mi vagina, tanto que se podía casi escuchar lo jugoso que estaba, entró en mí y ambos nos estremecimos. Acompasó cada uno de los movimientos de mi cadera y yo estaba a mil.

– Ponte a 4 patas que tengo ganas de follarte como una buena perrita.- Me dijo en voz muy sugerente.

Me puse a cuatro patas, dejando a la vista todo mi trasero. Jugó con sus dedos a introducirlos en mi coño y mi culo aleatoriamente. Me encantaba que jugara con mi culo, me hacía sentir sometida a su voluntad y eso era muy sexy, empecé a gemir cada vez un poco más fuerte y me corrí.

Justo después, de una embestida me la metió y yo sentí rozar el cielo, la necesitaba, necesitaba tenerla dentro. Sus embestidas eran cada vez más profundas, más duras, más sonoras.

Me cogió del pelo y estiró de él para tener el control total de mí cuerpo, quedando completamente sometida a él.

   – ¿Te gusta mi perrita? Como me gusta follarte bien duro y tirarte del pelo, así no te escapas.

   – Me encanta, fóllame bien duro, reviéntame. 

   – ¿Así de duro te gusta?.- No pude verle la cara pero su voz sonaba muy cachondo

   – Si, así, no pares, dámelo todo.

 

Le puso a 100 que me corriera sólo con lo que me decía y se animó aún más. Se escuchaba el somier y sus jadeos cada vez más agudos y fuertes, cuando de repente se escuchó en la calle lo que parecía un «¡dale más fuerte campeón, tú puedes!». Pensé que lo habría escuchado mal o se referirían a otra cosa. Él siguió como si nada dándolo todo y acabó corriéndose dentro de mí y gimiendo como un auténtico animal.

Nada más terminar, escuchamos unos aplausos y miramos hacia la ventana, nos la habíamos dejado abierta y por cómo nos habíamos animado, se había enterado todo el vecindario. Casé esos aplausos con la frase anterior y entendí que lo decían por nosotros. Pasamos mucha vergüenza en ese momento y rápidamente cerramos la ventana.

Nota mental: tenemos que ponernos un aire acondicionado YA.

Oaipa

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