Mi cita Tinder con un cirujano plástico, os lo explico todo. 

Como la gran mayoría de personas hoy en día, tengo poco tiempo libre y además un círculo de amigos reducido, por lo que me es bastante difícil conocer a alguien, como dice mi madre, no sueles conocer a nadie comprando una barra de pan en el supermercado. 

Así que hace unos meses aunque estaba un poco reticente, al final me instalé Tinder; no tuve mucha afinidad con nadie hasta que el otro día conocí a Diego; Diego es un chico de mi edad, vaya de mediana edad, alto, guapo y con un cuerpo que se nota que está cuidado. 

 

Estuvimos hablando de muchos temas durante varios días, sobre sus raíces que son cubanas, sobre historia, política, gustos y un sinfín de temas más, lo raro es que no tocáramos uno de los temas más típicos, como es el a que nos dedicamos. 

cirujano plástico

 

Incluso, llegamos a poner fecha a nuestra cita antes de hablar de ese tema, pero al final la pregunta surgió y cuando me dijo que era cirujano plástico asaltaron en mi todo tipo de miedos e inseguridades; no soy una chica 90-60-90, más bien soy una chica gordita, con mis caderas y cuerpo un poco con forma de pera, así que podéis entender cómo me sentí al enterarme que era cirujano plástico. 

Hablamos después largo y tendido sobre todos mis miedos e inseguridades, pero mucho no me calmé y aunque dudé en si ir a la cita o no, decidí ir y llegué echa un flan.

Diego en persona era mucho más guapo que en foto y tenía un olor muy agradable, como a perfume del caro; no sé si os pasará al resto, pero a mí es notar el olor de un perfume que me guste en un chico y sólo con eso y siendo medianamente guapo, me tiene ganada porque me pone a mil. 

 

Fuimos a dar una vuelta por el paseo marítimo y aunque había feeling, me decía a mi misma que alguien como él y con su profesión, no podía gustarle alguien como yo.

Nos cogimos unas copas para llevar y nos fuimos a un espigón para tomarlas más tranquilos; nos quedamos sentados muy cerca el uno del otro y me rodeó con su brazo para acurrucarme en su hombro.

cirujano plástico

Subí la mirada y ahí estaba mirándome embobado, le sonreí y me besó; nos quedamos besándonos frente a frente durante un buen rato, la temperatura fue subiendo y aunque no soy muy dada a ello normalmente, decidimos irnos a un hotel a dar rienda suelta a la pasión y acabar bien la noche. 

¡Y anda que no acabamos bien la noche! Besó todas mis imperfecciones, acarició mis estrías y michelines, y lamió todas las heridas que otros dejaron en mí cuando me hicieron sentir que no valía por estar gorda; Se notaba que realmente le atraía físicamente, su forma de mirarme y tocarme lo delataban, no sólo era que le gustara mi forma de ser, le ponía burrísimo y eso me hizo sentir muy bien y sexy. 

Y no solo eso, si no me no me hizo ni falta ni pasar mi mano por su paquete para darme cuenta que en pocos segundos estaba a mil, sus besos que sabían a ganas, ganas de follarme hasta dejarme extasiada.

 

Le bajé el pantalón y me puse a horcajadas encima de él, moviéndome en círculos y dejando a la vista todo mi cuerpo desnudo; me miró de arriba a abajo y se mordió el labio de manera pícara. Sacó un preservativo de su cartera y le ayude a ponérselo con mis labios hasta metérmela por completo en la boca; volví a subirme encima y casi sin ayuda entró dentro de mí. 

Fui acelerando el ritmo y metió uno de sus dedos en mi boca, lo succioné y él jadeó.

Me giró y me puso a cuatro patas, frente al espejo de 2×2 que había delante de la cama; me folló bien duro mientras miraba el espejo, disfrutamos muchísimo de vernos dándolo todo; me olvidé por completo de mis inseguridades y solo podía fijarme en su cara de placer mientras me cabalgaba de manera desmedida hasta que nos corrimos y acabamos sudorosos y nos fuimos a darnos una ducha; Lejos de terminar ahí, repetimos de nuevo esa noche. 

Después de esta experiencia lo tengo claro, no a toda la gente con un buen físico y una profesión donde se busca la perfección le gustan las personas perfectas, hay tantos cuerpos como gustos diferentes, no cerréis puertas a nadie por miedo a no gustarles; podríais perder una noche de sexo desenfrenado, e incluso el amor de vuestra vida. 

 

Oaipa