Este año con el COVID me echaron de la empresa, como estoy segura que le ha pasado a muchas personas. Así que este año, el regalo de San Valentín iba a ser algo más simbólico que material, ya que no podía gastar mucho. 

Llevé a cenar a Arturo a su restaurante favorito y después al llegar a casa le di un sobre.

En el sobre había un bloque de «albaranes» que transformé en vales romántico/sexuales, como por ejemplo:

– Vale por un masaje erótico con final feliz.

– Vale por una cena romántica.

– Vale por un striptease con la música que escojas.

– Vale por una mamada completa.

– Vale por sexo aquí y ahora.

– Vale para hacernos fotos eróticas.

– Vale para salir a la calle con una bala vibradora puesta donde tú tengas el mando para controlar la vibración.

Le sorprendió mucho mi regalo, ya que normalmente soy una chica tímida, pero decidí que era un buen momento para perder un poco la vergüenza y darle un extra de pasión y fogosidad a nuestra relación.

Al día siguiente, decidimos ir a cenar con unos amigos al «Bristol» era un restaurante moderno y bonito a las afueras de Madrid En esas que antes de llegar el segundo plato, Arturo me pasó por debajo de la mesa un papel. Lo abrí y era uno de los vales que le regalé, en concreto el de «Vale por sexo aquí y ahora».

Me quedé un poco en «shock», pensando en como lo íbamos a hacer, que seguro que nos van a pillar. No sé si fue el morbo de la situación, o que si le había regalado algo era para cumplirlo, pero les dije a los amigos que me iba un momento al baño y entre en el último baño del restaurante y le escribí un WhatsApp a Arturo: 

 

  • En el último baño te espera tu vale para gastarlo .- y añadí un emoticono sugerente.

 

Iba con un vestido negro de «fiesta» y antes de que llegara, me quité las medias. En menos de 2 minutos estaba ahí, con una cara de fogosidad que hacía tiempo que no veía en él.

Entró y nos besamos que parecía que hacía siglos que no lo hacíamos. Me empezó a acariciar por encima del tanga y yo por encima del pantalón.

Le desabroché el botón y bajé la cremallera, flipé cuando me di cuenta que para el poco rato que llevábamos allí, la tenía durísima. La acaricié por encima y me giré apoyándome en el váter y poniendo el culo en pompa.

Me apartó el tanga a un lado, y me embistió al principio suave y después cada vez más y más fuerte, cada vez más duro, más animal, más lujurioso.

No sé si fue el morbo o la posición, pero notaba muchísimo su polla y tenía muchas ganas de gemir, pero me contuve la voz por el lugar, aunque al final no pude evitar gemir bajito cuando me corrí. 

Él siguió penetrándome cada vez más fuerte, agarrándome del pelo, galopándome y haciéndome suya. Tampoco pudo contener del todo la voz y le escuché gemir, se notaba que tenía la voz contenida, parecía casi un susurro a media voz, pero que me resultó de lo más morboso del mundo y me volví a correr. Así que nos corrimos en esta ocasión a la vez, que es algo que no suele suceder.

Salimos del baño, primero yo y después él y fuimos con el resto de amigos a comer el segundo plato, lo que ellos no sabían es que ya nos habíamos comido mutuamente el postre.

Me resultó de lo más morboso y placentero utilizar el vale. Hemos utilizado alguno más, se ha vuelto un juego de lo más picante que recomiendo a todas las parejas que le quieran devolver un poco la pasión a su vida sexual. 

 

OIAPA