Me había puesto mi camisón transparente de lencería porque me sentía divina después de la ducha y de ponerme mis cremas. No estaba pensando especialmente en follar, hacía días que no lo hacíamos, simplemente me apeteció. Me metí a la cama a leer. Al cabo del rato vino él con el portátil en la mano y me propuso ver un par de capítulos de la serie en la cama antes de irnos a dormir. Me pareció bien, cerré mi libro mientras él preparaba el ordenador a los pies de la cama para que llegara el cable a la televisión.

Al entrar en la cama vio que llevaba el camisón y sonrío:

– Anda, ¿y eso? – preguntó pícaro.

Se metió en la cama y me apoyé sobre su pecho mientras veíamos la peli. Me sentía realmente agusto así. Poco iba a durar. Se congeló la imagen, teníamos que hacer un refresh. Me incorporé y me puse de rodillas en la cama mientras tecleaba en el ordenador. Él tenía una buena vista de mi culo, a cuatro, con la braguitas negras a juego del conjunto. 

Gimió un poco y se incorporó para tocarme el culo y abrazarme por detrás, mientras con su mano derecha bajaba por mi cintura. Giré la cara para besarle y le paré la mano, agarrándole fuerte de la muñeca. Se sorprendió. Yo esa tarde había visto la película “Estafadoras de Wall Street” donde JLlo le daba una clase a una estriper novata de cómo hacer un baile erótico para poner al tío cachondo perdido. No sé por qué me vino a la mente esa parte y salió de mí un poco ese poder de ”te voy a poner muy cachondo sin dejar que me toques”. 

Lo arrastré a la orilla de la cama y me senté encima de él de espaldas, apoyé mis manos en las rodillas y empecé a mover el culo lentamente, apenas sin tocarle, muy cerca de su polla pero sin rozarla. A medida que iba haciendo ese movimiento circular, lento pero intenso me iba poniendo muy cachonda. Él puso su mano en uno de mis muslos y se la aparté de un manotazo.

– Tss. No se toca – susurré

Eso me puso muy caliente. Ese poder. Él deseando tocar, deseando follarme y yo moviéndome, sabiéndome tan deseada. Estaba tan cachonda que necesitaba tocarme o restregarme contra algo. Me senté entre una de sus piernas para frotarme un poco. Uf

– Dios estás mojadísima – gimió

Me levanté y me di la vuelta, dejándole que me mirara. Mis tetas se veían totalmente tapadas únicamente con la gasa transparente del camisón. Mis pezones durísimos. Me acerqué a él para ponerle las tetas cerca la boca y me contoneé un poco, rozándole la cara con una y con la otra. De nuevo intentó cogerlas con las manos, y volví a cogerle con fuerza las muñecas. Me aparté una parte del camisón dejando una de mis tetas al descubierto y se la metí en la boca despacio. Chupó el pezón muy poco a poco, con la lengua dura dibujando círculos. Uff pensé que podría correrme ahí mismo. Era como si esos movimientos de la lengua los estuviera dibujando en mi clítoris. Noté cómo estaba empapando las bragas.

Me separé lentamente y me puse de rodillas frente a él, coloqué mi cara muy cerca de su paquete, puse mis manos detrás de mi espalda, abrí la boca ligeramente, le miré viciosa perdida y le dije.

– Dame

Resopló muy cachondo. Con la mano derecha me agarró del pelo cerca de la cabeza, con fuerza pero sin estirar, se sacó la polla, que estaba enorme, parecía que iba a explotar. Empezó a jugar con su capullo en mis labios. Gemí mientras lamía su capullo. Él me lo restregaba por los labios incluso se salía por la mejilla y yo lo iba a buscar con ganas de volver a tenerlo en la boca. Hasta que me la metió entera, yo no paré de mirarle ni un segundo. Me encantaba mirarle mientras tenía esa cara de placer, controlando no correrse. Nunca habíamos estado tan cachondos. Cerró un momento los ojos, mirando hacia el techo y gimió mientras se la comía.

De repente, me apartó sin soltarme el pelo, me tenía bien cogida de la cabeza. Me levantó despacio y me tiró boca abajo sobre la cama, giró mi cabeza para que quedara de lado y me dijo al oído.

– Te voy a follar hasta que me corra

Dios qué ganas tenía de me follara. Me arrancó las bragas. Nunca me había hecho eso. ¿Cómo puede poner tanto que te arranquen las bragas? Gemí. Y él sonrío poderoso. Me acarició todo mi sexo con su capullo, resbalaba fácilmente, cuando llegó al clítoris le dio un golpecito seco que me hizo ver las estrellas. No podía esperar más. Sentía que me iba a dar algo si no me follaba en ese momento. Subió hasta mi cabeza y me susurró al oído:

– Calladita

Dioss!!! no podía más. Bajó su cabeza a mi culo y me recorrió lentamente el culo, la vagina, los labios hasta llegar al clítoris. Cada movimiento eran como mil grados de calor que me llegaba hasta los dedos de las manos y de los pies. Sentía que iba a colapsar. Cuando llegó al clítoris lo absorbió unos segundos y lo soltó. BUF. B-U-F. Si lo hubiera repetido me hubiera corrido. Pero no lo hizo, porque lo sabía.

– Fóllame por favor – supliqué

Subió de nuevo a mi oreja y me dijo

– Te mueres de ganas, ¿eh?

Saber que él tenía todo el poder ahora y que podía hacer lo que quisiera conmigo también me puso cachondísima. Entonces, por fin, me la metió poco a poco. Sentí como me llenaba de calor, sentía todo 100 veces más intenso que de normal. Empecé a mover mi culo y me pegó un cachete

– Estate quieta

Uff necesitaba movimiento, estaba que me subía por las paredes, necesitaba que me empotrara a tope. Cuando llegó al final, estuvo ahí quieto unos segundos, se agachó a besarme el hombre y me susurró

– Prepárate

Entonces empezó a follarme bien duro, me agarró un cachete del culo bien fuerte y me sacaba y me metía el culo en su polla con fuerza. Con la otra mano fue a mi clítoris y le iba pegando golpecitos suaves y secos. Era insoportable el placer y el orgasmo llegó con una intensidad brutal

– Ya puedes chillar lo que quieras

Duró muchos segundos, grité muchísimo, era consciente de eso pero no podía controlarlo. Mientras, él seguía follándome y agarrándome ahora los dos cachetes del culo con fuerza

– No puedo más, me voy a correr yo también

Me dijo eso casi cuando estaba acabando mi orgasmo y eso hizo que volviera a empezar otro. ¿Esto era ser multiorgásmica? Dios nunca me había pasado, pensaba que me iba a dar un chungo. Entonces él empezó a embestirme con más fuerza.

– Que ganas tengo de correrme dentro. – No salgas, por favor – conseguí decir en mitad de mi orgasmo

Eso le puso más cachondo todavía

– Ufff me corro, me corro no aguanto más

Y casi cuando estaba acabando mi segundo orgasmo, la sacó y se corrió sobre mi espalda. Se tumbó a mi lado besándome el hombro, extasiado del orgasmo. Nos miramos a los ojos, muy adentro. Sonreímos agotados. Los dos sabíamos que habíamos echado un polvazo.

Nemilí