Llevo tanto tiempo en barbecho que el día que pueda catar varón no voy a saber ni por donde empezar.

Aquella rotunda afirmación había conseguido que Nuria expulsase casi medio litro de cerveza por sus fosas nasales. Pero es que en aquel momento no había verdad más grande que aquella. Me había separado de mi pareja hacía ya casi un año y desde entonces mi presencia en el terreno sexual era completamente nula.

Eso sí, había logrado conocerme a mí misma como nunca antes lo había hecho. Porque tal y como estipula la Ley de un tal Murphy, de aquello de lo que careces será pues lo que más necesites. Y yo carecía totalmente de un hombre que me diera mambo del bueno, ergo mis hormonas me reclamaban su buena ración de orgasmos cada dos por tres. En resumidas cuentas, nunca había estado tan salida como en esa mi etapa de soltera.

Greta, no seas exagerada… además, tú misma lo has dicho siempre, hoy en día conocer un hombre en una ciudad como Madrid está chupado. ¡Ea! Es tu momento de demostrarlo, ¿no quieres zumbamiento? ¡Pues pon de tu parte!

Nuria era una borde terrible pero quizás por ese motivo la adoraba hasta idolatrarla. De todas formas, creo que mi postura de víctima del desamor había tocado fondo en el mapa de su paciencia, y como me volviese a escuchar un mínimo quejido más con toda seguridad me abandonaría en aquel bar como si no me conociese de nada.

Y acto seguido, según ella, me tocaba a mí dar el paso. Pero la muy lianta optó por sazonar aquella noche con un poquito de picardía y en el preciso instante en el que vio a un hombretón pasar a nuestro lado dejó caer sutilmente su vaso de cerveza mientras me sonreía traviesa.

La que lió no fue pequeña. Aquel fornido muchacho que circulaba junto a nuestra mesa estaba ahora bañado en casi una pinta de cerveza tostada. Él no hacía más que repetir que no pasaba nada, que los accidentes ocurren, y yo solo sabía vaciar el servilletero para alcanzarle docenas de papeles que claramente no servían para absolutamente nada.

Tras unos segundos de disculpa tras disculpa me di cuenta de que Nuria había hecho una bomba de humo de manual. Primero lianta, y ahora también cabrona. Comprendía perfectamente el mensaje: ‘Esta es la tuya, yo me piro, búscate la vida‘. Entre nosotras somos así, aprendemos a base de putadas pero nos seguimos queriendo.

Venga mujer, de verdad que no pasa nada, lo peor de todo es que has perdido tu bebida así que me toca invitarte. Me llamo Teo.‘ Aquel chico alto y grandote iba sobrado de simpatía, vamos, que llega a ser otro y te iba a invitar a una cerveza después de haberlo puesto perdido…

Vaya, gracias, yo soy Greta y mi amiga… mi amiga da igual porque ha desaparecido…

Teo me guió hasta la zona del bar donde se juntaba con sus colegas. Varios chicos y chicas que rápidamente se presentaron y me acogieron en su noche como una más. No tenía ni la menor idea de quién era aquella gente, ni a qué se dedicaban, ni si tramaban atracar un banco, pero todos, sin excepción, eran la mar de encantadores.

Dos birras y media después, mi vejiga grito un ¡hasta aquí! Que me obligó a salir corriendo al baño. El tiempo y las copas corrían sin casi darnos cuenta y las conversaciones empezaban a ponerse algo complicadas. Entre risas dejé caer que necesitaba acercarme al servicio y como una ninja del retrete me deslicé entre el mogollón para conseguir llegar antes de que me explotase el tracto urinario.

Una vez fuera de nuevo escuché un chasquido que me llamaba desde una esquina, al girarme localicé a Teo saliendo del baño de hombres. Le sonreí al igual que él me había estado haciendo toda la noche y acto seguido lo vi lanzarse directo a mis labios.

¿Recordáis aquellos libros infantiles del chavalín pelirrojo de peto vaquero que recorría su ciudad para contárselo al mundo? Pues digamos que en esta ocasión la edición era una versión XX del clásico y se podría titular algo así como ‘Teo en las follolimpiadas’.

Porque Teo, que en este caso no era pelirrojo ni vestía como un granjero, pasó de ese efusivo morreo a proponerme salsa de la buena en cero coma nada. Daba la impresión de que ese hombre alto y de espalda anchísima me había leído el pensamiento. Respondí a su propuesta agarrándolo de la mano y dirigiéndolo a la puerta del bar sin tener demasiado claro a dónde íbamos.

¿A mi casa?‘ le pregunté separando por un segundo mis labios de los suyos.

Él asintió sin dejar de acariciarme y sin pensárnoslo mucho pusimos rumbo a su coche. Al llegar a mi portal, de pronto, Teo frenó en secó y con gesto sonriente volvió a acercarse al coche para abrir el maletero y coger algo de su interior. A ver, aquello me cortó un poco el rollo, no entendí muy bien qué era lo que el zagal llevaba en aquella pequeña bolsa. Y estaba clarinete que a mi casa no subía sin demostrarme que no era un ser peligroso.

Ay mujer, tranquila, es una almohada de follar a gustito…

Dentro de un paquete cerrado, a estrenar, pude ver lo que parecía un pequeño cojín de terciopelo.

Sí, Teo va a muchos sitios, pero además también tiene una almohada hinchable que, según su explicación, le ayudaba a echar unos polvos de campeonato. A mí es que aquello me sonó a broma del teletienda literal, pero es que no me apetecía ni un poco poner en duda la valía de la colchonetilla aquella, eran muchos meses sin sexo, muchos.

Al entrar en casa nos pusimos al tema sin reparos de ningún tipo. Aquel chico tenía una maña con las manos que rozaba la ciencia ficción. Me desabrochó el sujetador casi casi sin rozarme la espalda, y en cuestión de segundos los dos estábamos en pelotas tirados en la cama.

Yo necesitaba imperiosamente bajar las revoluciones. Mis ansias de sexo me estaban llevando a un ritmo que iba a poder conmigo, así que antes de que el primer orgasmo se viniera sobre mí decidí tumbarme sobre el colchón y respirar profundo mientras Teo continuaba acariciando todo mi cuerpo con su lengua.

Y ahora, querida Greta, es cuando vas a aprender lo que es un cunnilingus a gustito…

Teo desapareció por un segundo de la habitación para volver a entrar por la puerta súper empalmado y con el dichoso cojín, ahora hinchado, entre sus manos. Aquel elemento era algo así como una cuña blandita y suave que mi amigo colocó con cuidado bajo mi culo haciendo que mi pelvis se elevara.

Estaba ultra cómoda. Separé las piernas y vi como la sonrisa picarona de Teo se acercaba a mi vagina para empezar a jugar con su lengua. Y entonces pude ver el cielo con todas las estrellas, y los astros, y los planetas…

Tras irme una vez, y en aquella misma posición, Teo me penetró muy profundamente levantando mis piernas hacia mi cuerpo. Empezaba lento al principio y después algo más rápido. Aquella postura me estaba volviendo loca. Nuestros cuerpo estaban muy cerca y sus envestidas se sentían una barbaridad. No podía contenerme, me estaba dejando sin aliento.

Entonces, Teo paró un instante para pedirme que me colocase ahora boca abajo, situando el bendito cojín bajo mi barriga haciendo que mis nalgas quedasen en pompa. Comenzó a penetrarme desde atrás mientras yo me movía casi de rodillas sobre aquella mullida colchoneta. Tenía espacio más que suficiente para acariciarme el clítoris. Si aquello era lo que él llamaba ‘follar a gustito’ podía darle toda la razón cuando él quisiera.

Jamás había sentido tanto placer y comodidad, todo en uno. Estábamos sintiéndonos el uno al otro al máximo, gozando de nuestros cuerpos y llegando a alcanzar zonas que quizás de otra manera no hubiésemos ni rozado. Puedo jurar que nunca en la vida había echado un polvo tan sumamente placentero a la par que reconfortante.

Al terminar no quise separarme de aquella almohada del placer nunca más. Teo reía mientras me reprochaba mi cara inicial de incredulidad. ¿Cómo había yo follado tanto sin aquel invento maravilloso?

Por la mañana amanecí con una sonrisa de oreja a oreja, me sentía nueva, revitalizada, vamos, muy bien follada. Nuria tardó nada y menos en dar señales de vida para que la pusiera al día sobre si su plan infalible había dado resultados. Me mordí el labio juguetona y respondí:

Solo te puedo decir una cosita, toma nota amiga, cojín sexual, pon uno en tu vida.

 

 

Nos vemos obligadas a enlazar el cojín jajajaja

 

Post NO patrocinado

Enlace de afiliado