Poco estoy bebiendo para todo lo que tuve que tragarme.

Pasado este tiempo, no llego a comprender cómo querías que hiciera caso a tu cara de niñito bueno y tus ojitos tristes mientras me mentías día tras día, en mi cara , y ¿para qué? Si yo no lo hubiese descubierto todo , ¿dónde habrías llegado con aquel teatro de tercera?

Suerte que a estas alturas una posee un resorte que activa una señal muy luminosa,  roja como de fuego, y suena como la alarma del camión de los bomberos, y revuelve las tripas  y no deja ni comer. Y ese resorte es mi cómplice desde que le empecé a hacer caso y dejé de mirar hacia otro lado (no creas que me costó pocos disgustos darme cuenta de que debía hacerlo). Lástima que ese mecanismo no se  activara hasta ese momento, y no antes,  cuando ya estaba frente a esos ojos tuyos en el altar para decirte que sí,  que quería tu pelo en mi almohada y tu forma de colocar los platos hacia la derecha para siempre en mi cocina. 

Ese día iba a leerte en mis votos que me enamoró tu forma de enseñarme a cortar «bien» la mantequilla mientras desayunábamos juntos por primera vez, más bien la manera en que me hablabas ,  y aquella cara tuya muerta de risa debajo de las sábanas blancas de aquel hotel , en una improvisada cueva, mientras llovía afuera. Iba a decirte que SI quería tus dedos largos en mi cintura todas las tardes de octubre , todos los otoños, y tus  risas en mi oído para pasar la vida entera.

Pero el chispazo  llegó a tiempo. Recordé que no podía mentirme,  recordé que ese puto resorte al que ahora amo me estaba dejando sin respiración y  también, no sé como ni por qué, recordé que tenía que hacer compra, y salí pitando. 

 Y allí te dejé, sin mirar atrás, cogiendo el primer taxi a mi vida sin ti.  Y tú preguntabas por qué como si no lo supieras , haciéndote la victima, que eso se te daba bien .¡Ay,  pero yo ya era libre de ti y de tus mierdas! En el super me miraban raro pero me lo pasaba por ahí mismo. Lo había logrado.

No he vuelto a cortar la mantequilla en línea recta aunque durante un tiempo conservé los platos hacia la derecha. Limpié mis cajones de tu falsedad y tiré  tus cosas lejos de mis ventanas.

Aquel día me compré chuches y me puse unos cuantos capítulos de Friends. Rachel también se fue y ahora es mi colega. Por algo me gustaba tanto.

 Unos meses después vendí un bonito vestido de tul y me marché de viaje. Todo pasa por algo, en ese viaje conocí al verdadero amor de mi vida: a mí.

 

LA RURAL WOMAN