¿Alguna vez has apagado el móvil cabreada tras hablar con tu ligue en potencia pensando “pero qué coño quiere este tío”? Yo sí. Recuerdo analizar cada frase que decía intentando sacar un significado oculto, descifrando sus enigmas y comiéndome la cabeza cada santo minuto porque él nunca decía las cosas claras. Durante meses estuve viviendo un tira y afloja que agotó mi salud mental y mis ganas de conocer tíos.

Me daba tres palos y una zanahoria, y yo me conformaba con las migajas de atención porque pensaba que estaba enamorada. No era amor, era una puta adicción que me estaba dejando más destrozada que el protagonista de Trainspotting. Tenía que cortar por lo sano y pasar el mono confiando en no cagarme encima con en la película, que en mi caso habría sido escribirle para volver a quedar.

Amigas, la carne es débil y tuve varias recaídas. Le hablaba, él volvía a su dinámica de siempre, yo se lo permitía y volvía a cabrearme por suplicar un poco de atención a alguien que no quería dármela. Luego borraba la conversación y su número de teléfono a sabiendas de que lo tenía guardado en mi agenda. Recuerdo mirar la página final donde había apuntado su teléfono con un rotulador azul turquesa. Era como un salvavidas, aunque en el fondo me mataba y me ahogaba cada vez más.

Finalmente me armé de valor y le dije que no quería saber nada más de él. Desapareció de mi vida y ocho meses después volvió para pedirme perdón. “Estaba muy confundido y no te supe valorar”, me dijo. Joder, yo también estaba confundida, pero jamás pagué ese caos mental con él.

Un ligue no es la persona encargada de ordenar tu cabeza, eso sólo depende de uno mismo, y el error que cometí con este chico fue responsabilizarme de su confusión aceptándola como mía.

Ahora ha pasado muchísimo tiempo desde que borré de mi vida a este chico y, por suerte, tengo las cosas clarísimas. Sé lo que quiero y voy a por ello. A base de golpes he aprendido que quien se merece mi tiempo -ya sea para un polvo de una noche o para una relación de años- es alguien que ni me confunda la cabeza ni me confunda el chichi.