En muchas relaciones tóxicas se da un claro síndrome de Estocolmo. Comienza como una estrategia para sobrevivir. Quieres agradar al que te retiene para evitar que te haga daño, así que intentas comprenderle, anticipar sus necesidades… Pero cuanto más lo tratas, más te identificas, más unida te sientes a él y al mismo tiempo te distancias emocionalmente de la situación negando lo que está pasando realmente.

Esto pasa no solamente con parejas, sino también con amigos o familiares. Se crea una situación de absoluta dependencia donde todos tus pensamientos residen en salvar a alguien. Cuanto más necesitada eres, mejor te sientes. Y cuanto más inalcanzable es la salvación del otro, mayor el deseo.

Esta situación viene normalmente por experiencias vividas en la infancia, por falta de cariño, miedo al abandono, falta de amor propio. Frases lapidarias como «con él estoy mal pero sin él peor», «me hace la vida imposible pero es mi hermana», «es un hijo de puta pero es mi mejor amigo y ha estado ahí cuando lo he necesitado». Y no importa cuanto mal nos hagan, siempre encontramos una excusa que encaje para poder justificarlos. Para poder seguir viviendo 10 días malos y 1 bueno que parece compensarlo todo.

La verdad es que la segunda oportunidad no se la damos al que la merece sino al que nos interesa. Qué sé yo, veinte veces también.

El que no sabe cuidarse, cierra las puertas al que más quiere cuidarlo y termina acostumbrado a un estúpido, y lo peor, pensando que no merece más. Pocas cosas tan dolorosas como ver a alguien especial manipulado por alguien mediocre. He visto a mucha gente que he querido así. Incluso yo misma he estado en ese pozo.

Y esto al final es como una droga. Da igual lo que te digan tus amigos o tu familia. De esto sólo se sale porque uno quiere, y por desgracia casi siempre es después de comer mucho barro.

Si alguna vez sientes que te has autoimpuesto el papel de madre por alguien que parece estar más necesitado que tú, que no mereces las malas contestaciones, reacciones violentas, frialdad o mentiras pero aún así las aceptas porque quieres ayudar a esa gran persona, que sufre tanto, que lo ha pasado tan mal; recuerda que cabe una gran posibilidad de que a la persona que haya que salvar es a ti.

@LuciaLodermann

 .