¿Se puede estar demasiado cachonda?

Seguramente no exista una respuesta objetiva a mi pregunta. Lo que sí sé es que tengo momentos en los que tengo la sensación de que se me va de las manos el tema de la excitación sexual. Me explicaré.

Soy una persona que tiende a embobarse y distraerse de sus objetivos cuando se enfrenta a una tarea que se le hace muy pesada o que no soporta. Ejemplo: planchar. En esos momentos de evasión, hay veces que mi imaginación vuela un poquitín más lejos de lo que cabría esperar y, si mi cuerpo está enfrascado en alguna tarea rutinaria, mi mente está rememorando un polvo legendario o fantaseando con una postura nueva que querría probar con mi pareja.

¿Consecuencias? Aunque no suelo permitir que me perjudique, en ocasiones me desvío por completo de mis quehaceres y esto deriva en que, o bien busque la manera de aliviar esa tensión, o bien me vuelvo a centrar en mis tareas, pero con una energía diferente, como si el cuerpo me fuera algo más lento.

cachonda

Obviamente, esto no es algo que ocurra todos los días ni en cualquier circunstancia, pero a veces no puedo evitarlo. He intentado buscarle una explicación lógica, hasta el punto de comprobar si los días en los que tengo mayor tendencia a experimentar este fenómeno me pilla cercano a la ovulación o a algún momento del ciclo en el que suela sentir mayor excitación sexual. Lo cierto es que no he encontrado ninguna correlación entre mi momento del ciclo menstrual y mis momentos de empane cachondo (así los he bautizado). 

A veces me pilla en situaciones demasiado aleatorias, como viajando en el transporte público o haciendo la compra. ¿Se puede una poner cachonda mientras comprueba la fecha de caducidad de los yogures? Si todavía estuviera pesando un racimo de plátanos… No puedo evitar reírme conmigo misma de lo absurdo que resulto algunas veces. ¿Puedes estar recargando la tarjeta del metro mientras no paras de pensar en aquel épico cunnilingus que te hizo tu novio el otro día? Os juro que no sé cómo no me equivoco metiendo el pin de a tarjeta. 

También me ha ocurrido en mitad de conversaciones. No cuando se trata de una conversación seria o si alguien se está desahogando conmigo por un problema serio. Pero sí en esas ocasiones en las que la persona se pone un poquito plasta y te suelta el mismo rollo de siempre. Es decir, me resultaría imposible ponerme a pensar en nada erótico mientras una amiga me cuenta que su jefe la está puteando. Pero no me resultaría difícil poner el automático mientras una compañera me enseña por cuarta vez ese vídeo de su hijo pequeño diciendo tacos. Porque ya no me sale seguir fingiendo que me hace gracia, prefiero pensar en el polvazo de anoche. 

cachonda

En definitiva, no sé si seré yo que estoy sacando las cosas de quicio. Pero me he llegado a plantear si de verdad se podía llegar a estar demasiado cachonda. No de manera cuantitativa sino cualitativa. O dicho de otra manera, si estaba feo ponerte a pensar en ‘guarradas’ fuera de un contexto de intimidad o erotismo. La cosa es que de más joven esto me llegó a crear un gran sentimiento de culpa, similar a ese que experimentamos muchas al empezar a masturbarnos, porque se nos tiene inculcada la idea de que el sexo es algo impuro.

Estoy segura de que no soy la única a la que le pasa esto y que a muchas les parecerá una bobada, pero igual el problema no es ‘estar demasiado cachonda’ sino en que no hablemos más a menudo de estas cosas entre nosotras y, por tanto, se perpetúe un tabú más sobre sexo.

 

Ele Mandarina