El otro día, trabajando, tuve una reunión con un compañero en la que las cosas estaban acalorándose. El creía una cosa, yo otra y nos enzarzamos en una discusión. Con este compañero tengo buena relación: yo sé cosas de su vida y él de la mía, nada íntimo pero si cercano. Le considero una buena persona. Eso, sobre todo.  Cerramos la reunión y al despedirnos me dijo que esperaba que me hubiera quedado relajada y desahogada. RELAJADA Y DESAHOGADA. Como si lo que acabara de pasar no hubiera sido una discusión entre compañeros de trabajo sobre un asunto puramente laboral si no un episodio psicótico mío contra él por alguna clase de evento SOBRENATURAL COMO LA TEMIDA REGLA. ¿Se puede ser machista y buena persona?

¿Qué se había creído ese tipo, imbécil redomado? ¿Cómo me hablaba así? Claro, no soportaba que yo tuviera razón y él no y que le viniera a decir cómo se hacían las cosas.  No puede ser alguien tan majo tan machista. Alguien tan buena gente conmigo tan machista. No puede ser. Como me tenía engañada en realidad es lo peor. Vaya subnormal.

Esa fue mi primera reacción. En realidad, es mala persona. No merece ni que compartamos oxígeno.

Sin embargo, según abría la puerta de mi casa, farfullando sin parar las ganas que tenía de darle un buen puñetazo me iban viniendo las palabras y gestos que usó para decirme eso. Me daba cuenta de que lejos de haberme insultado porque se había sentido inferior en nuestra discusión, que era evidente que también, lo había hecho casi en un acto desinteresado de preocupación por mí.

¡MALDITO MACHISMO CABRÓN QUE TIENE A LOS MEJORES ENTRE SUS FILAS!

Lo más pérfido, malévolo de toda esta podredumbre que es el machismo es que habita hasta en las mejores casas, en las mejores cabezas y en los mejores actos.

¿CÓMO LE DICES A ALGUIEN QUE ACTÚA DESDE LA BONDAD QUE SE LA META POR EL CULO Y DEJE DE SER UN MACHISTA DE UNA SANTA VEZ?

Pues fácil, fácil no es. (aunque siempre puedes empezar por este videito fantástico de Chimamanda Ngozi Adichie)

Tras pensarlo detenidamente, mirar a mi alrededor, pensar en los hombres con los que he crecido y pensar en algunas, varias, de mis amigas me cayó el veinte. Por desgracia, el machismo no habita solo en almas oscuras y despiadadas.

Este compañero no se fue a casa pensando “mujer tenía que ser”. Al contrario, se fue con la sensación de que a pesar de tener mis brotes psicóticos innegables a mi naturaleza femenina, era capaz de hacer mi trabajo y él hoy me había ayudado a que no se empañara mi desempeño por ese pequeño episodio. Se fue a casa pensando en que había sido buena persona.

MADRE MÍA. Si lo peor es que hasta hablará bien de mí porque para él es una proeza que sea mujer y además pueda trabajar. Pero si le hablas de machismo se reirá. Cómo va a darse cuenta DE SU ABSOLUTA EXISTENCIA MACHISTA si cree y actúa como si fuera una buena persona.

IMPOSIBLE.

Ahí, me di cuenta yo ¿se puede ser machista y buena persona? Por desgracia no es una cuestión de que todos sean iguales, no es una cuestión de que de repente el mundo parara de girar y este muchacho se hubiera convertido en un imbécil. No es una guerra de machete, que a veces también; es una guerra mucho más compleja porque hay que hablarle a gente que ya se está esforzando en hacer las cosas bien de lo que aún no tiene idea que hace mal y a veces demasiado mal.

Contesté a todo este episodio con toda la cordialidad que fui capaz. Me desahogué con otra compañera y seguí adelante. Eso sí, no he dado mi brazo a torcer, no he cedido un cm y poco a poco creo que con mi ejemplo predicaré que no fue un episodio. También os digo, me veo tentada a diario de decirle que como vuelva a decirle a una chica algo similar y yo me entere le hago la vida un infierno. Pero no ocurre.

La siempre jodida lucha de lo que tengo que hacer, lo que hay que hacer y lo que hago.

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