El infierno está lleno de gente con buenas intenciones. Eso es así. No hace falta bajar a comprobarlo. Por eso, cuando alguien me dice que las cosas las hace por amor, por cariño o sin mala intención me pongo a temblar. Si en nombre de Dios se ha matado a gente, en nombre del amor qué se puede esperar. Desde el cariño, con amor, tengo que decirte… [insertar bofetón con la palma abierta]. Desde el cariño, con amor, escucha. Gracias.

Recuerdo a mi madre decirme que todo lo que hacía lo hacía por amor y que todo me lo decía por mi bien. Y eso me llevaba a pensar que el amor a veces dolía; que mi bien, muchas veces, colisionaba frontalmente con mi bienestar.

Desde que tengo amigas, siempre ha habido una que ha destacado por ser la más crítica. También la recuerdo empezar diciendo siempre que las cosas las decía desde el cariño. Lo que me hacía concluir que la amistad a veces dolía. Que confiar en alguien y sentirte vulnerable, a veces, dolía.

Tras muchos años de vivir así, era esperable que terminara creyendo que la expresión de uno mismo, frente a la gente que tú quieres, consideras y admiras, a veces duele y ser quien eres a veces duele. Independientemente de lo que hagas, el simple hecho de ser a veces duele. Porque, con todo el amor del mundo, desde el cariño, sin mala intención y por tu bien te decían que tú no podías ser tal y como eras.

Sin embargo, llega un día en el que te das cuenta de que las cosas están mal enfocadas. Que las palabras son relevantes y a menudo las usamos a la ligera e incluso mal. Que cuando en nombre del amor se dicen y hacen cosas, pocas veces es en su nombre y más bien a pesar de él.

Estoy segura de que mi madre, mi amiga, y todas las personas de mi vida que han empezado las frases con esas expresiones, de verdad, en el fondo, creían en ellas. Estoy segura de que tú, en más de una ocasión te has visto en una situación similar y creías en lo que decías.

Por eso hoy escribo esto.

Me vais a perdonar pero me da exactamente lo mismo la intención que tengáis, el motivo con el que lo hagáis si el resultado es que el de enfrente se sienta miserable. Desde el cariño, no hables. Escucha.

Escudarse en que las cosas las hacemos por el bien de los otros, con mucho amor, lo que hace es excusarnos después de lo que les ocurra a ellos. Si se lo toman mal, si les sienta mal, es su problema. No era tu intención. Tu intención era buena.

 

La realidad es que las cosas que decimos o hacemos surgen, nacen de nosotros, pero no está en nuestra potestad ponerlas en valor, está en el de enfrente.

Si al de delante le toca la nariz que tú le digas ALGO, es su derecho, frente al tuyo de expresarte, exigirte que no lo hagas. Si al de enfrente no le apetece que le quieras así, por mucho que tú lo hagas con todo tu amor, las reglas del querido las marca él mismo.

Tú, si tanto amor estás dispuesta a dar, si tanta buena intención tienes, busca la forma de invertirla en lo que el otro más necesita. Y de las necesidades de cada uno solo sabemos nosotros mismos. Por lo que sugiero que empecemos por escucharnos entre nosotros un poquito más. No con ánimo de responder, si no de entender. Con todo el amor del mundo, escucha.

Evidentemente, si has de tener una actitud, tenla de bondad, de generosidad y de amor. Pero haz un favor al mundo y párate a pensar un minuto si el de enfrente percibe de la misma forma esos tres valores y los traduce en las mismas acciones que tú. Porque si no es así, por mucho que estés repleto de toda la positividad de esta tierra, no solo van a caer en balde si no, que muy a tu pesar, se volverán en contra.

A veces solo hace falta una buena cerveza y escuchar con todo tu amor

No me quieras tanto y quiéreme mejor es un mantra que me repito a diario. No permito que la gente marque las normas del amor que me dan, de la bondad que comparten conmigo así como yo me esfuerzo en no hacer lo mismo. Todos tenemos unas capacidades para querer como las tenemos para ser buenos con otros. En la medida de eso, podremos hacer unas y otras cosas pero SIEMPRE hay elección. Es en esa elección donde está la consideración de a quién va dirigida nuestra intención.

Dejemos de ensuciar tanto dos valores tan escasos como el amor y la bondad. En su nombre, escuchemos. “Desde el cariño, con todo el amor, con mis buenas intenciones, déjame escucharte”.

@tengoquenayque