Se puso a cazar pokémons en la primera cita

En otra ocasión os contaba lo incómodo que me resulta tener una cita y ser yo la que tiene que sacarle las palabras a la otra persona con cuentagotas para saber un poco de su vida, mientras te das cuenta de que no le importas un pimiento, por lo que yo me pregunto, ¿por qué te piden una cita? Ya son varios los tíos que me cruzo que en un primer momento muestran interés, pero a la hora de quedar son socialmente nulos y la historia de hoy es una gotita más que colma ese vaso.

Os pondré en situación. Quedé con el chico en una cafetería a la que nunca antes habíamos ido, pero que nos pillaba bien a ambos. Cuando llegamos al sitio nos dimos cuenta de que estaba a rebosar de gente, y de pura casualidad, se quedó una mesita libre para dos, la única en todo el local. Los camareros nos la ofrecieron y nos dio apuro decirles que no, aun así estábamos apretados con los de al lado y había mucho ruido. 

cita

Como os podéis imaginar, no era el ambiente más propicio para un primer encuentro con alguien, así que nos tomamos un café rápido y a los dos nos pareció buena idea pasear por un parque que no quedaba lejos de allí. Por el camino la cosa fue fluyendo más y me quedé algo más conforme, salvo por un detalle: el chico miraba mucho el móvil. No quería resultar impertinente así que no le dije nada, pero no me terminaba de convencer aquello.

Una parte de mí pensaba “Igual tiene una emergencia familiar o de trabajo y está inquieto”, pero sí, se me pasó por la cabeza que pudiera estar chateando con otra o, simplemente, pendiente de una conversación con amigos que le resultara más interesante que lo que yo le estaba contando, porque encima era un poco tímido y llevaba yo las riendas. 

Nada más llegar al parque me insistió en que nos sentáramos en un banco y pensé que igual estaba muy cansado o le dolía algo. No me dio ninguna explicación y siguió en sus treces con el móvil. Estaba a punto de decirle que si no le apetecía estar allí conmigo que no pasaba nada, cada uno por su lado y fin, pero me cortó en seco y me soltó:

― ¿Te gustan los pokémons?

cazar pokémons

Teniendo en cuenta que le estaba hablando de mi experiencia como docente no supe muy bien a que venía aquella pregunta y me lo llevé a mi terreno:

― Esa era la típica pregunta que me hacían mis alumnos de la ESO. ¿Por qué lo dices?

― Es que tenía muchas ganas de venir a este parque porque me han dicho que se pillan a puñados.

 

Por un milisegundo pensé que había oído mal y que el chico había dicho “se pilla” de pillar droga, cosa que, llegados a estas alturas de la película, me resultaba más previsible a lo que ocurrió a continuación:

― Si no te gustan no pasa nada, tú sigue contándome, que mientras yo estoy con el Pokémon Go. Me han dicho que aquí se cazan muchos de tipo tierra y voy detrás de un Flygon…

En el momento del Flygon desconecté. Le dije que iba a la fuente y me marqué una bomba de humo. ¿De verdad creía que esas eran formas de entablar conversación con alguien? Si no les apetece, si no les intereso, ¿para qué se presentan? Que lo acompañe a cazar pokémons su prima la de Tomelloso.

 

Me equivoqué. Aunque podía pasar lo de cazar pokémons por un crío de la ESO mis alumnos habrían demostrado más madurez en esa situación. 

 

ELE MANDARINA