Han pasado casi dos años, pero aún hay gente que le reconoce y le para por la calle.
Cuando pasó todo esto, mi hermano tenía 19 años. Una edad malísima y en pleno pavo. Se pasaba el día en el ordenador, viendo a YouTubers o en twitch, y seguía muchas cuentas de videojuegos.
Un youtuber en concreto, nos caía muy mal, pero a él le encantaba. Era muy mal hablado, siempre estaba de mal humor y al parecer hacía gracia por los insultos que decía.
En mi casa nos vimos un par de videos suyos y es que no lo soportábamos, no entendíamos como se había hecho famoso y menos aún, como había gente que le reía las gracias.
Mi hermano siempre nos ponía fragmentos de momentos que le gustaban y empezamos a preocuparnos porque este YouTuber era machista, homófobo y racista. Vale que hacía todos los comentarios «en broma», pero siempre iban en la misma línea.
Hablé con mi madre y pensamos en hacer algo al respecto, pero no concretamos nada y acabó pasando el tiempo, hasta que nos explotó en la cara.

Este YouTuber hizo un vídeo bastante polémico por sus comentarios hacia las mujeres y se hizo viral. Muchas personas lo estaban linchando y otros tantos salieron a defenderle. Mira si se hizo viral, que me llegó a mi sin tener yo nada de este señor.
Pues a mi hermano, se le ocurrió la idea de hacer un vídeo defendiéndole.

Lo subió a su canal de YouTube, en el que tenía cuatro tonterías, y el propio YouTuber lo compartió en su Instagram, haciendo que todo el mundo fuese a ver el vídeo de mi hermano.


En el vídeo, aparte de defenderlo, se hacía el chulo, reafirmaba esos comentarios y pedía que dejasen en paz a «su ídolo y el de todos los chavales».

Por supuesto, pasó lo que os imagináis. Las redes se volvieron locas con el vídeo de mi hermano, lo compartieron muchas páginas señalando el riesgo de los YouTubers para la población más joven y pusieron a mi hermano de ejemplo de cómo esos vídeos influenciaban a los chicos para ser machistas.

A mí me llegó por varias vías y a mi madre se lo dijeron directamente unos compañeros de trabajo. Pasamos a ver cada dos por tres la cara de mi hermano, con un discurso que daba auténtica vergüenza ajena.

Él no sabía dónde meterse, lo primero que hizo fue retirar el vídeo, pero ya era tarde. Había muchísimas páginas que habían cogido el clip y ya había varias publicaciones hablando de él. Al principio estaba hasta orgulloso, pero pronto empezó a ver la magnitud de todo, lo disgustadas que estábamos y los mensajes de odio que estaba recibiendo.
Pasó de sentirse el rey, a hundirse y tener que encerrarse en casa.

Tanto mi madre como yo, empezamos a recibir mensajes en nuestras redes, también nos llamaron conocidos y amigos e incluso nos paraban por la calle. Todo el mundo nos decía, de una manera más directa o menos, lo vergonzoso que era lo que decía y pensaba mi hermano. Llegaron a poner en entredicho a mi madre, cuestionando la educación que le estaba dando a mi hermano, para que, viviendo con dos mujeres, pensase así.



Yo me enfadé muchísimo, literal que cuando salía a la calle, todos los que me conocían me miraban mal, en mi trabajo también recibía comentarios y mi madre se moría de vergüenza, pero claro, a él había que respetarle.

Poco después empezaron a dejarnos mensajes en la puerta de casa. Lo fuimos a denunciar y entonces fue cuando algo hizo clic en mi hermano, y empezó a entender lo que había hecho.

Teníamos la esperanza de que, como todo es muy inmediato en Internet, con el tiempo todo se iría difuminando, pero tardó bastante más de lo que esperábamos.

Mi hermano nos pidió disculpas por todo lo que había causado e incluso planteó hacer un vídeo pidiendo perdón y diciendo que se arrepentía, pero preferimos no remover más las cosas y dejar que pasase el tiempo.
Tuvimos un par de episodios desagradables y con los que mi hermano tuvo que lidiar, pero al menos ahora admitía sus errores y se disculpaba.

Dejó de seguir a ese YouTuber y se mantuvo un tiempo tranquilo, sin llamar mucho la atención ni tener redes sociales. Costó bastante tiempo dejar de ver su cara o sus afirmaciones por las redes, y cuando esto ocurrió, aún había gente que le reconocía por la calle.

A mi madre toda esa época le dio mucha ansiedad, así que agradecimos que se calmasen las aguas.

Ahora ya ha pasado tiempo y aun así, cada vez que lo pienso, aparte de la rabia que me da mi hermano, me da miedo el alcance de las redes sociales, y cómo de un día para otro, las cosas se pueden torcer tanto y cambiarte la vida. Deberían concienciar más sobre el impacto que puede tener un simple video en Internet.

 

Anónimo

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