Cuando te planteas divorciarte de tu pareja, o dejarle si no estás casado, es porque ya has tirado la toalla. Cada persona tiene unos motivos diferentes para dejar a su pareja, porque no a todos nos hace felices o nos llena lo mismo. Pero en ese instante te invaden bastantes miedos porque lo desconocido nos asusta. En cambio la monotonía y la costumbre aunque a veces nos mata, nos hace sentir seguros.

Pero en el momento que no te sientes querido, o que ya no le amas, cuando llega el fin de semana y prefieres que sea lunes para irte al trabajo porque dos días a solas con él te parecen demasiado. O porque notas que esas cosas son las que él siente hacia a ti. Es el momento de romper.

Cuando te asaltan las dudas hay una pregunta que debes hacerte y que será la razón más grande para saber que es el momento de la retirada. Y es: «¿Eres totalmente feliz con tu pareja?». Tanto si dudas como si la respuesta es negativa, creo que ya tienes la solución. Porque ¿qué hay más importante que ser feliz?

Tanto si eres el dejado como el que deja, todos pasamos una fase de duelo. El que quiere dejar normalmente lo pasa antes de tomar la decisión. El infierno de si estará equivocándose o no al hacerlo, el no querer hacer daño al otro, y el pánico a empezar una nueva vida de cero, y también si volverá a encontrar a otra pareja o morirá solo rodeado de gatos porque nadie nunca más le querrá. Por lo tanto en el momento que deja normalmente llega el alivio. En cambio el dejado empieza su duelo en el momento en que es abandonado. Aunque te lo veas venir, y no seas feliz, siempre piensas que en un instante cambiará, pero eso no pasa. Y te cuestionas normalmente en qué has fallado y que es lo que has hecho mal para que la otra persona ya no te quiera.

Generalmente nadie hace todo mal y el otro bien. Es cosa de dos, por lo que es culpa de los dos aunque no sea a tantos por cientos iguales. Pero la fase de pasarlo mal, esa no te la quita nadie. Y en esa fase las preguntas comunes son: ¿Volveré a encontrar una pareja? ¿podré ser feliz sin tenerla? ¿me adaptare bien a estar solo? ¿por qué todo el mundo es feliz y yo no? ¿encontrare a alguien que me quiera? ¿tal como soy?

Y en los primeros meses tanto el dejado como el que ha abandonado tienen impulsos de volver con el otro, porque tu vida cambia mucho y en muchos instantes te sientes muy solo. Y tus impulsos te hacen querer volver a lo conocido.

Como voz de la experiencia, solo puedo decir que después de pasar esos meses tortuosos en los que crees que jamás podrás volver a ser feliz, y en los que te levantas y te acuestas pensando única y exclusivamente en tu ex; llega un día en el que te levantas y te das cuenta de que en dos días no has pensado en él. Luego llega otro día en el que ya hace una semana. Pero el mejor día de todos, y juro que pasa siempre, es el día en que te levantas y te preguntas: “Que buena decisión divorciarme ¿no?”. Da igual si fuiste el dejado o la «dejadora», pero cuando llega ese día has aprendido la lección, te has liberado de culpas, de enganches, de amores no correspondidos…

Ese día eres libre, libre de verdad, para volver a enamorarte, para volver a redecorar tu casa, o para adoptar una mascota que no podías mientras vivías con un alérgico al pelo. Dejas de sentirte sola estando acompañada, y aprendes que la soledad mola. Empiezas a tener claro todo lo que no quieres en una pareja, las cosas que no vas a volver a dejar pasar. Y aunque no tengas del todo claro qué quieres, con una lista inmensa de lo que no soportas, las cosas van a ser mucho más fáciles.

Y en ese momento empiezas a ser feliz con lo que tienes, a disfrutar de tu soltería, a darte cuenta que mereces mucho más de lo que tenías, y entonces un día te levantas y eres feliz.

Por lo tanto si estás ahora en ese instante en que te han dejado o has dejado y lo ves todo negro y tus amigos te dicen que con el tiempo todo se arreglara, y tú quieres matarlos cada vez que lo dicen. Pues que sepas que tienen razón, y que ese día llegara y entonces no pararás de decir: «Menos mal que me separé».