Ser “ Boque”, tener “ Coras” y otras palabras en clave de tu hij@ preadolescente

 

Ser madre no es tarea fácil. Pasamos por muchas etapas; desde acostumbrarnos a que un pequeño ser dependa absolutamente de nosotras, hasta llegar al momento en el que nuestro pequeño tesoro hace como si nos conociera.

Es un camino lleno de dificultades. Los primeros años están repletos de noches en vela, llantos que no sabemos cómo consolar y primeros descubrimientos.

Nada nos prepara para esto. No hay un manual, ningún libro ni de psicología ni de educación que pueda darnos unas pautas claras. Solo contamos con nuestra propia experiencia, todo nuestro amor y grandes dosis de paciencia. 

Así van pasando los años, mientras nuestra faceta de madres y padres consume todo nuestro tiempo y fuerzas, mientras asistimos impasibles a evolución de nuestros hijos, intentando hacerlo lo mejor posible, poniendo todo nuestro empeño en darle todo lo que necesitan y en estar a su lado. Pero llega algo de lo que nadie habla, de lo que nadie nos había avisado y ese gran hito en nuestras vidas (y en la de nuestros hijos) es cuando entran en la adolescencia.

De repente se convierten en seres peculiares. Andan por la vida desaliñados y confundidos, casi siempre enfadados y empiezan a comportarse de manera extraña. 

Ya no corren a nuestros brazos cada vez que tienen un problema, no somos el centro de su mundo y empiezan a desarrollar hábitos y lenguajes incomprensibles para nosotros. 

De repente, nuestros preadolescentes empiezan a centrar su universo en el exterior; en sus amigos y todo lo que rodea ese mundo esta cubierto de un halo de misterio.

Antes la preadolescencia era más sutil, ahora esta marcada por la fuerte influencia de las redes sociales. Los niños y niñas pasan de estar viendo dibujitos en televisión a mandarse DM por las plataformas virtuales y poner estados en WhatsApp con un lenguaje incomprensible.

Hace pocos días mi hija puso una frase curiosa en sus redes: “Tengo más valor que tú porque soy boque”.  Por mucho que intenté descifrar aquellas palabras no le encontraba sentido.  A sus once años ha desarrollado un lenguaje que para mí era totalmente desconocido, por lo que un día, haciendo de tripas corazón y armándome de paciencia, intenté que me explicase aquellas palabras que, aunque aparentemente tenían un gran significado para ella, para mi eran un misterio. 

Según me explicó, la tendencia actual es que, los chicos y chicas, se enrollen. Para mi tuvo un impacto brutal descubrir que a estas edades ya estén con estas cosas. En mi época, hasta más o menos los quince años, ni siquiera nos planteábamos esas cosas. Ahora, por lo que se ve, es un requisito para ser popular.

Según me contó, Ser “Boque” para los adolescentes es el diminutivo de “ser boquerón”, lo que significa que no se han enrollado con nadie.

Mi pequeña hija, la que hasta hace dos días solo pensaba en cuentos de fantasía y héroes de Marvel, ahora se plantea la idoneidad de comerse los morros con un compañero o compañera de clase.  Supongo que es la evolución normal de las cosas, pero para mí resultó algo terrorífico, que el despertar sexual de mi pequeña haya llegado tan pronto es un claro indicativo de que la sociedad ha cambiado a un ritmo espeluznante.  

También me habló de los “coras”. En su forma de organizar su sociedad de amigos dentro de la agenda de WhatsApp. Es un indicativo de si son amigos, novios, exnovios o algo más. Si tienen un rollo junto al nombre del contacto ponen un corazón de un color determinado, si son “Mejo”  ( mejores amigos ) otro. El destinatario de ese símbolo tiene que corresponder con el mismo dibujo en su agenda y si no lo hace, es una traición.  De esta forma los adolescentes han creado un organigrama emocional que se centraliza en sus relaciones virtuales.  Quise conocer el significado del color de cada corazón, pero ahí ya se mostró reticente.  Por lo visto su código secreto no está a disposición de los adultos, por lo menos, si son sus padres.

Y ahí ya me tuve que quedar con la duda; ¿Qué secretos guardaran los códigos de colores y formas de su agenda? ¿qué otras palabras en clave usarán para esconder sus recién descubiertos instintos?

Creo que todavía no estoy preparada para esto, para aceptar que mi pequeña ya no quiere ser una niña y que empieza a tener secretos.  Sé que controlar estos aspectos de su vida no evitará que tome sus propias decisiones, solo puedo confiar en haberle dado la suficiente educación para saber como enfrentarse a ellas, aunque eso no me ayuda a tener menos miedo; el temor de vivir en una sociedad que empuja a comportarse como adultos a los que aun deberían disfrutar de ser unos niños. 

Lulú Gala