Ser sarcástica es un drama. Un drama detrás de otro. Los que no lo sois no lo entendéis, pero los que sí, habréis pasado por esto en algún momento de vuestra vida (y si no os ha dado tiempo a ello, wait for it, que todo llega):
1.- La gente no te entiende. Este siempre ha sido el principal problema. Que por un lado bien, porque la ironía sirve un poco como filtro para imbéciles: ya sabes quién pasa el corte y quién no. Pero por otro lado mal: porque hay amigos tuyos que todavía no lo pillan y puede pasarte como a mí, que todavía hay quien me pregunta si de verdad voy a ser la nueva tronista de Mujeres y hombres y viceversa.
Esto no debería de tener que explicarse, quiero decir, cada vez que alguien tiene que explicar que un sarcasmo es solo eso, muere un gatito. Estoy convencida de ello.
2.- Y lo peor de todo no es la gente que no lo entiende y te mira como muy confundida, no. Lo peor que le puede pasar a una persona sarcástica es encontrarse a una de esas otras personas que no entienden la ironía y además SE OFENDEN por tus comentarios (que las hay). Hay un lugar especial en el cielo reservado para la gente que tiene que aguantar a esta otra gente ignorante, de verdad (esto bien, tengo el cielo ganado). Para estas personas no hay comentario irónico inofensivo, y me explico: en qué hora se me ocurriría comentar que yo para no salir mal en las fotos lo que hago es no sacarme fotos con mis amigas guapas. ¿Entendemos todos que es una broma? La respuesta es no. Yo creo que hay gente que se ha planteado seriamente buscar dónde vivo para poder pegarme una paliza. Y ¿qué culpa tendré yo de que esa gente sea estúpida? Es que DE VERDAD.
3.- Pero bueno, la compensación por esos momentos es cuando encuentras a otra persona sarcástica. Ese momento mágico en el que vuestras almas se reconocen y sabes que no vas a tener que limitar tus comentarios. Podríais estar horas hablando sarcásticamente y no pasa nada porque os entendéis. Es como un orgasmo para el cerebro.
4.- Eso sí, no esperes que alguien más pueda participar en vuestras conversaciones. Esto no va a pasar. La gente se alejará de vosotros con esta cara:
5.- Todo esto si es en persona, pero ¿habéis probado a escribir sarcásticamente? No en un artículo, no: Whatsapp. Es el mal. No hay entonación, al final todo el mundo acaba muy confundido. ¡Se han perdido amistades por culpa de ese invento del demonio!
6.- Y si no quieres que pase tienes que estar todo el rato disculpándote: Oye, no, que era broma. (Yo, personalmente, mentalmente siempre añado “que ya hay que ser imbécil para no entenderlo” pero igual esto soy solo yo).
7.- Y disculparse no es tan fácil, porque la gente no se cree que fuera una broma, porque suenas sarcástico otra vez. (La gente es muy sensible).
8.- Disculparse, dar consejos, lo que sea, todo suena irónico. No hay forma de salir de ese círculo vicioso.
9.- De hecho ha llegado un punto en el que ni tú sabes si estás siendo sarcástico. A mí me pasa mucho. Pero me consuelo pensando que este es el punto en el que todo el mundo querría estar, y si no, es, evidentemente, porque esa gente es imbécil.
