Pues aquí estoy yo, hecha la picha (en este caso no literalmente) un lío. Estoy muy de acuerdo con todo lo que esta página representa. La aceptación de una misma es fundamental, dijo la persona más hipócrita del planeta.

El caso, aquí me hallo a una semana de hacerme una reducción de estómago. Sí amigas, 16 años de dietas, complejos, fracasos y estreses han acabado aquí, a punto de entrar en un quirófano para que me quiten el 80% de mi precioso estómago… ese que tantas cosas buenas me ha dado durante mis 22 añitos de vida. Menudas juergas nos hemos pegado juntos. Pero yo ni me he querido nunca, ni quiero acabar teniendo enfermedades derivadas de la obesidad antes de tiempo (Dios me libre de no tenerlas hoy por hoy).

Tras un mes a base de batidos y mucho gimnasio, me encuentro a una semana de irme a nosecuantoscientos de km para hacer el cambio más grande de mi vida, quedando con un chico de Tinder. Y resulta que me gusta, Y LE GUSTO. Cuando quedamos me quiere besar delante de todo el mundo, me coge y es simpático y gracioso (además de bastante mono). Es otro como yo, pequeño gordito sin autoestima. Es mi gordito inseguro que quiere algo serio conmigo, y he de reconocer que me derrite, pero yo estoy a punto de irme y tirarlo todo por la borda, o mantener una relación imposible por Whatsapp.

Y ahora la pregunta del millón, cuando después de 3 meses vuelva con 45-50 kg menos, ¿seguiré pensando que es mi gordito, o solo estoy con él ahora porque creo que es lo que me merezco? Soy la primera que cree que soy una hipócrita desgraciada pensando esto, pero no puedo evitarlo. ¿Soy mala por pensar que cuando esté más delgada quizás pueda aspirar a un chico con mejor físico?

Espero vuestros consejos.

Autor: Sally.