A ver cómo os pongo en situación…

Tenía yo 18 años  y empecé a quedar con un chico mayor que yo 10 años –aunque físicamente, la diferencia de edad no se notaba- que a mí me ponía como una mona en frenesí. Quedada para arriba, mensaje por abajo; que si qué llevas puesto, que si cuándo te vea voy a empotrarte contra el armario… 

Hasta ahí os podréis imaginar que todo bien. Pero una mañana que vino a mi casa, me pregunta “¿Tienes alguna fantasía en mente? Me mola el Rol Sex»

Osea, ¿WHAT?  Yo pensaba que eso era lo que habíamos estado haciendo por Whatsapp durante los últimos meses, pero él se refería a juegos sexuales interpretando a personajes diferentes. Obviamente, lo primero que relacioné fue el típico vídeo porno casero de «fontanero y ama de casa en lencería». Por lo que me fue contando, se resumía bastante bien en que a aquel chaval le molaba más el morbo que a un señor mayor los playbacks del pueblo.  

Me animé a probar, y aproveché para cumplir una de mis fantasías. Porque sí, yo también había fantaseado con esas cosas pero nunca me había atrevido a llevarlo a cabo. “Ya que eres mayor que yo, por qué no te imaginas que soy tu hermanita pequeña…” y boom, empalme al momento –ojo, yo no sabía que esa polla podía levantarse tan sumamente rápido; pensaba que necesitaría más preliminares, la verdad, pero subestimaba el poder del morbo. 

Caricias por aquí, metida de mano en las bragas por allá, varios “fóllame, tete” y un par “no grites, o se enterarán papá y mamá” hicieron que yo acabase empalada contra la que en su momento fue mi cama nido, de estas altas de narices que dan más por saco que pa qué, gimiendo como una loca y con la ventana que da al deslunado abierta. Mi finca de tres pisos, plena mañana, repleta de vecinos. Él agarrándome de las trenzas que llevaba medio deshechas, levantándome el camisón. Sí, habéis leído bien. Me pidió permiso para abrir mi armario, y cuando me lo señaló diciendo “esto podría hacer que te metieras más en el papel”, la idea me puso cardíaca, qué le vamos a hacer. 

giphy

Después de haberme corrido más de una vez, me vistió con la ropa que llevaba antes de ponernos a follar como locos, y me invitó a desayunar en la cafetería de abajo de mi casa. 

A día de hoy, cada vez que me encuentro con alguno de mis vecinos, siguen mirándome fijamente. A veces, en el ascensor, se quedan como queriendo decir algo sin saber cómo. Yo solo puedo deciros que ahora soy una adicta a los juegos de rol en la cama, que lo recomiendo a tope, y que no os de vergüenza probarlo: vale la pena a cambio de vivir todas las fantasías que quieras de forma segura, y sin necesidad de serle infiel a tu pareja.

Lau Zamora