Os pongo en situación; son las ocho de la mañana del recién estrenado año, y como ya es costumbre repto cual campero del Call of Duty, en busca de mi cama. Tengo más carreras en las medias que un Scalextric, los ojos vidriosos y el maquillaje tan borroso que os prometo que un mapache intentó ligar conmigo en el rellano (¿o quizás he besado al caniche de la vecina?). El cordero de la cena aún nadando en litros de alcohol, unas gafas de sol a las que les falta un cristal y una pegatina que reza “Soy Ruvia pero no tonta”, vamos, la viva imagen de la decencia y la dignidad.

Bueno, que tras comerme tres sillas y romper un jarrón horroroso que me regaló mi madre, consigo llegar a mi habitación y sentarme (en realidad, arrojarme) en la cama, y de repente oigo el silbido de Kill Bill, y cuando estoy a punto de esconderme en el armario, recuerdo que probablemente será el nuevo sonido de notificaciones del Whatsapp que puse ayer.

Busco mi móvil entre las porquerías random que hay en mi bolso y tras cegarme con el brillo de la pantalla, leo “Feliz año nuevo guapa”. Así, a las ocho de la mañana, sin un emoticono y sin faltas de ortografía ni ná. Y os preguntareis, ¿quién escribe a esas horas si no es un acosador o un exnovio borracho?, pues ni lo uno ni lo otro. Me felicitó el año un chico de esos que se suelen llamar “oportunistas”, ya sabéis, de esos que al cabo de un tiempo de conocerlos te los imaginas en casa, durmiendo abrazados a su propio reflejo en un espejo, besándolo y diciéndose cuánto se quieren. De esos que sólo te escriben (a ti y a toda su lista de contactos femenino) cuando la noche ha acabado y no han conseguido engañar a nadie para llevarse a casa. ¿Verdad que conocéis tíos así?, a mí me gusta llamarlos Han, por eso de que al final siempre están solos.

Y así, mi propio Han Solo decidió reaparecer con un escueto “Feliz año nuevo guapa”. No pude más que reír, yo que llevaba horas presentándome como Rubia porque a esas alturas ya ni sabía mi nombre, y va el tío y me escribe correctamente tras vete tú a saber cuántos cubatas.  “Feliz año nuevo guapa”, después de tres meses sin dar señales de vida, “Feliz año nuevo guapa” decía… vomité y decidí que no era el mejor momento para decirle que lo prefería ahí, en una galaxia muy, muy lejana.

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Menos mal que no me pilló el mensaje de whatsapp en pleno apogeo de Jaggermeister cuando bailaba encaramada a mi cubata mirando con deseo a todo bicho viviente, porque rubia tonta de mí, hubiese caído en su trampa y le hubiese llamado para desaparecer veloz como el rayo, ya con el tanga por los tobillos. Porque otra cosa no, pero mi Han Solo es muy guapo, y lo sabe, y Dios sabe que a este paso se me regenerará el himen y declararán mi pobre “Jardín de las Delicias” reserva natural de telarañas.

Al día siguiente, sintiendo todo el reparto de Jumanji en mi cerebro jugando una partidita, decidí cortar de raíz con ese pseudo-Skywalker con una novia en cada planeta, todas ellas rubias y tontas a las que hacer creer que eran las únicas. Lo bueno de ser una Sith gorda con cara de Leia como yo, es que ves estas jugadas a la legua.

Lo malo de ser yo es que aunque sepa que quiero lo mismo que ellos, es decir, un viaje en su nave espacial pero sin llegar a ser otra Rose Tayler enamorada de su Doctor, mi orgullo no me permite dejarle creer que se está quedando conmigo. ¡Ayyy el orgullo…! Loca de los gatos en potencia me llaman.

Así pues, me quedé sin viaje interespacial, y decidí quitarme la careta de rubia tonta y explicarle que con tantas idas y venidas, con tantos ahora te hablo hasta las cinco de la mañana y el mes que viene ni te contesto, con tanto me gustas mucho y estoy mayor para ir de flor en flor, y luego paso de tu culo, que con todo ese mareo había cerrado las puertas de mi Jungla Salvaje y no disfrutaría de un concierto en primera fila de Axl Rose.

Y chicas, yo me quedé sin catar a mi Han Solo, pero también, sin el mal sabor de boca de descubrir que había besado a mi hermano para luego conformarme con un egocéntrico y “pichabrava”, Han Solo. Además, la galaxia está llena de Jedis esperándonos, ¿para qué perder el tiempo con personas que nos toman por tontas?

Yo es que siempre fui más del lado oscuro.

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Autor: Fuego Skuld