Vivimos tiempos complejos. Tiempos en los que la gran herramienta que es Internet se ha reducido al uso (o más bien explotación) de cuatro o cinco apps de moda hasta la extenuación. Serán tiempos complejos, que lo son, pero el común de los mortales estamos simplificando el maravilloso abanico de posibilidades que tenemos al alcance de la mano de forma sorprendente.

Que Internet se usa para ligar no tiene nada de nuevo. Lo nuevo, desde mi punto de vista, es el efecto Tinder que están sufriendo las aplicaciones más famosas. Tinder está bien. Tinder está para lo que está. Y aunque yo ya os he dicho que a mí, en su momento, no me ayudó demasiado (aunque la culpa era mía, no de la app), no tengo ni un solo prejuicio respecto a su uso.

Solo le pongo una pega al Tinder: ha fomentado la mutación de nuestra forma de comunicarnos en las redes sociales. Dicho de otra manera: ha hecho creer a mucha gente (gente muy pesada, encima) que pueden comportarse fuera de Tinder como si estuvieran en Tinder.

Cuando tú entras en una app para ligar (o app para hacer amigos, ya sabéis) lo que haces es ver fotos de diferentes personas y bien de swipe hasta que das con una que te gusta. Entonces le das un like. Pero claro, no todo iba a ser tan fácil. Like dado, te toca esperar a que la otra persona también sienta curiosidad por ti, te dé like, y solo cuando los dos hayáis sido likeados mutuamente la conversación podrá empezar. No entraré aquí en lo cansinas, aburridas, repetitivas… que se vuelven estas conversaciones de Tinder. Simplemente quiero que quede claro cómo funciona esta app: las dos personas tienen que dar su consentimiento, en forma de like, superlike, megusta, corazón, hechizo, lo que quieras, para empezar a hablar.

Eso es mucho pedir, al parecer. Mucha gente no está dispuesta a esperar. Mucha gente está cansada de no recibir nunca un like de vuelta y no poder sacarle partido a una app que te pone a un montón de gente a un click de distancia. Por eso extrapola Tinder al resto de Internet. Y se dedica a abrir cualquier otra app y a creerse en Tinder, solo que con la ventaja de que aquí pueden dirigirse a la otra persona sin necesidad de obtener su permiso. Y además, pueden decirle lo que quieran, porque como ahora todo Internet es Tinder… nos tendremos que acostumbrar a que intenten ligar con nosotros hasta por correo electrónico.

Para muestra, un botón. Y una lista de ejemplos de que todo Internet es Tinder cedidos por la autora de este artículo:

Por mail
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Por Facebook
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Por Twitter: porque hablar de El ministerio del tiempo es ir provocando
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Por Instagram
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