Todas y todos hemos vivido esta historia. Como personajes secundarios pero también como protagonistas. Que levante la mano quien no haya sufrido en algún momento por alguien. Algunos podríamos tener hasta agujetas por desengaños.

Conoces a una persona con la que conectas intelectual, moral, y físicamente. Tú, que nunca has creído en el amor romántico, descubres que se puede sentir mucho en poco tiempo. Pasáis horas juntos y aún así no te cansas de escucharle, aunque sea la misma historia o el mismo lugar. Y es que, todo parece más bonito aunque siga siendo exactamente igual.

Puede que no empecéis nada serio pero las expectativas van por su cuenta. No puedes controlarlas. Para ella, llevas con él años, te has recorrido todo el mundo y estáis ahora mismo haciendo de todo menos hablando en una caravana con vistas a la Playa de las Catedrales. Incluso puede que lleves meses o años , o incluso una vida con él o ella. Que ya hayas decidido que es el hombre o mujer de tu vida (cuidado con el peligro que tiene esa frase). 

 Ahora bien, un día, la vida te sorprende y, de repente, te golpea con dosis de realidad. Las conversaciones hasta la madrugada son ahora cuatro palabras: “buenos días” y “buenas noches”. Y si llega. Los días entre conversaciones aumentan. Faltan besos y lo mas íntimo que hacéis ahora es hablar por teléfono. El silencio cada vez duele más y te ahogas en cada gesto de indiferencia. 

Cuando habláis, le notas raro. Te repites a ti misma la horrible frase de “está raro pero no mal”. Porque está normal pero lo que a ti te gustaba es que fuera especial. Y ahora no lo es, lo que te vuelve loca. Intentas analizar cada uno de los pasos que habéis dado para llegar a ese punto. Y no encuentras ni una sola diferencia (cómo para encontrar siete). Él sigue siendo él y tú sigues siendo tu. Pero  sois un poco menos “nosotros”.Y eso te confunde. No entiendes por qué han cambiado las cosas. Preguntas pero no obtienes respuesta. Y esto te confunde más. Te desgasta, te hace sentir muy mal. 

 

No quieres creerlo, pero, en el fondo, lo sabes. Porque cómo siempre me ha dicho mi abuela “si te quiere lo notas pero si no te quiere lo notas más”.

No somos tontos ni tontas, otra cosa es que queramos hacérnoslo porque sea mucho más fácil o que la venda que llevamos en los ojos sea demasiado gruesa. Nos autoboicoteamos. Vemos indicios donde no hay nada. Nos conformamos con una mísera palabra  o gesto. Nos engañamos con frases cómo “ es la  época”, “serán impresiones mías”, “soy yo la dramática” o excusas a cada cual más surrealista: “se le ha estropeado el móvil”, “tiene una familia complicada”, “no sabe quien es”…

La incertidumbre en una relación se podría llamar crónica de una muerte anunciada. Puedes mentirte lo que quieras pero la verdad es que si dudas si te quiere, si te sigue queriendo o si todo sigue igual entre vosotros, es que algo sucede. No quiero generalizar pero hay un porcentaje bastante alto que sólo la comunicación resuelve.

Para finalizar, quiero aludir a un poema de Escandar Algeet que versa : 

“ Te quiero, ya se que termino igual todos los mensajes pero es que me da miedo que se te olvide. Que entre distancias y cosas nuevas surja una pregunta en tu estómago. Que un día te tomes un café en a saber dónde y dudes. no hay nada más peligroso ni humano que una duda. Así que sólo estoy tomando mis medidas”.

Sólo me queda decirte que si te encuentras en esta situación, tomes tus medidas y te vayas de donde ya no te quieren. Mereces que tu amor, que es precioso, encuentre su propio lugar.

Y de esto, preciosas, no podemos dudar nunca.

@Vega.ese