No sé cómo no lo vi venir. Bueno, en realidad sí que lo hice, al principio no quise pero sus palabras y su mirada convirtieron mi primer NO en un SÍ rotundo. Me explico. Hola, me llamo Anónima y ayer firmé los papeles del divorcio con mi marido. ¿La causa? Un trío que se nos fue de las manos.

Me casé a los 27, después de 3 años de noviazgo, de un noviazgo bastante perfecto (sí, con nuestros más y nuestros menos pero, ¿qué pareja no los tiene?). Pasamos 10 años cojonudos, los dos estábamos de acuerdo en que no queríamos tener hijos, no era lo nuestro, nosotros decidimos dedicar la vida a nuestro trabajo soñado, a viajar y a comernos a besos. Pero claro, cuando empiezas con alguien y te dicen aquello de «el enamoramiento dura lo mismo que un caramelo en la puerta de un colegio» crees que les pasa al resto menos a ti. Te ves fuerte y enamorada, pasan 5 años y te crees invencible, te preguntas por qué la gente se divorcia, por qué se vuelve todo rutina, por qué buscan fuera de casa algo que tienen dentro. «¿Para qué voy a comer hamburguesa de 1€ teniendo solomillo en casa?». Y pasa.largeLe veía ausente, cansado, los besos y caricias que antes le daba y que hacían que su polla se sacudiese en los pantalones ahora no surtían efecto. Ese body lencero que guardaba para ocasiones especiales pasaba desapercibido. Esas cuatro palabras cachondas al oído ya no le provocaban arrancarme las bragas a mordiscos.

Cada vez que le preguntaba me decía que no sabía, hasta que me confesó que me quería y adoraba, pero que sentía que nos habíamos convertido en todo aquello que criticábamos… parejas sin pasión, que follan mecánicamente, que se apuntan en la agenda cuándo y dónde follar. Me acojoné, tragué saliva y le pregunté que si había pensado alguna solución, y su respuesta me dejó loca del coño.

– Creo que quizás si te veo con otra mujer en la cama, ver cómo te tocan, cómo te hacen morir de placer…

– Estás loco.

– Qué tradicional eres. Bueno, piénsatelo.

Y lo hice, lo pensé. No era la primera vez que fantaseaba con marcarme un trío, pero no con mi marido, y no me malinterpretéis, siempre he sido muy liberal pero joder, no quería llegar a eso. Me informé, y me vi un poco contra la espada y la pared al ver que él seguía con esa apatía. Me decía que me quería, pero yo me temía que aquello se iba a apagar del todo y le amaba tanto que cedí. Me pudo el miedo, me pudieron las ganas de verle feliz y me pudo el morbo que aquello me generaba. Acepté, pero le dije que si lo hacíamos sería con mis normas: la escogería yo, solo me tocaría a mí, solo me follaría a mí y solo me besaría a mí. Él participaría pero solo me tocaría a mí.

Y sonrió, joder si sonrió. La semana se pasó volando, él más cariñoso que nunca, fogoso, follándome cada vez que podía y mandándome mensajes cachondos, parecía que habíamos vuelto al principio de los tiempos. Yo me pasé la semana cachonda perdida y restándole importancia a lo que iba a pasar ese mismo viernes. Contacté con una mujer de 32 años en una app de ligar, se notaba que estaba acostumbrada a esos rollos porque al contarle las condiciones no puso ningún problema. Ding, dong, el viernes llegó, ella llegó y todo cambió.

Al verla pensé que me quedaba sin respiración, no era un bellezón pero tenía ese algo en las mujeres que me hacen quedarme embobada, imagino que es la mezcla de seguridad+rasgos bonitos+desparpajo+signos de que ha vivido de puta madre la vida. Me dio dos besos, se los dio a mi marido y le serví una copa. Estaba tan nerviosa que no sabía ni lo que le estaba dando, ella me tranquilizó cogiéndome de la mano y llevándome al sofá. No sé cómo empezó pero cuando me quise dar cuenta tenía su lengua en mi cuello y sus manos debajo de mi vestido. Joder, estaba cachondísima y al mirar a mi marido supe que o íbamos a la cama o acababa ahí mismo.

Fuimos a la cama y ahí empezó mi pesadilla. Ella estaba solo por mí, mi marido solo por mí, los dos me daban placer y yo disfrutaba como nadie, pero en un momento vi que sus miradas se cruzaron y mi marido se corrió. Sé lo que vais  pensar, sé que en un momento tan pasional, erótico y sexual es más que normal que él se corriera viendo cómo otra mujer me proporcionaba placer, pero yo me sentí terrible, y lo hice porque al acabar los dos se pusieron muy tensos y noté algo entre ellos.amazing-beautiful-cry-cute-girl-Favim.com-294180La cosa fue a peor y, muy al contrario de lo que él decía, le noté más ausente que nunca, noté que no quería sexo conmigo, que dejaba de darme cariños y que siempre tenía trabajo por hacer. Me volví paranoica, me volví celosa, veía fantasmas por todas partes, hasta llegué a pillarle el móvil para ver si había contactado con ella, pero nada, ahí no había nada. Pasamos un año así, hasta que la comunicación se convirtió en inexistente y decidí poner fin a aquella situación. Propuse la separación y él no tardó ni 10 segundos en darme una respuesta.

– Sí, me parece lo mejor, así no somos felices.

– No entiendo cómo hemos llegado a esto. Tu gran idea se convirtió en lo peor.

– No te engañes, mi gran idea te convirtió en lo peor, una mujer insegura y celosa. Todavía no entiendo qué te pasó, no comprendo por qué te marcó tanto aquello, por qué has sacado el tema en cada discusión. Nadie te obligó.

Y así fue, nadie me obligó y nadie me puso una pistola en la cabeza, y comprendí que culparle a él de lo que había pasado era el error más grande que había cometido. La culpa fue mía y solo mía, mía por engañarme a mí misma y creerme algo que nunca he sido. Mi culpa por pensar que si no accedía a ello él me dejaría, ¿y qué si me dejaba por aquella pollada? Mucho no me querría y me hubiese ahorrado mil problemas. Mi culpa por pensar que «las mujeres sin complejos ni prejuicios hacen ese tipo de cosas». Mi culpa por no conocerme y quererme, porque si me hubiese querido y respetado jamás me hubiese puesto en una situación así, hubiese comprendido que sigo siendo una mujer libre, sin comlejos ni prejuicios que entiende el amor y las relaciones de otra forma y que no por ello deja de ser moderna.

Firmado: Anónima.